mayor prestigiO por entonces. Después de
pasar por otras funciones igualmente impor–
tantes, en 1831, al fundarse la Universidad,
fué designado su cancelario. Más tarde, fué
miembro de la Junta de Gobierno de la
República, cuando el presid·ente Ballivián
se ausentó. Finalmente, el 2 de noviembre
de 1844, fué consagrado obispo de La Paz.
ITURRALDE, ABEL
L a actuación de este ilustre hijo de La
Paz, ha sido ya narrada por más de un
libro. Su nombre Hena un largo período
de la historia política, parlamentaria y pe–
riodística del país. El pueblo supo lo que
valía: sin alardes de caudillo ni ansias de
popularidad, y lo llevó al Parlamento pe–
ríodo tras período. Permanente abanderado
de las grandes causas y defensor de los in–
tereses superiores de la Nación, sus dis–
cursos tenían por columna vertebral una
lógica incontrovertíble. Combativo, tenaz y
cáustico, más de una vez hizo tambalear los
más firmes ministerios, provocó la ira
impotente de sus adversarios políticos
y
ocasionó verdaderos conflictos a los gober–
nantes. Como estadista de visión, fué el pri–
mero en prever los intereses que se move–
rían en torno a nuestras riquezas petrolí–
feras y aconsejar las medidas tendientes a
resguardarlas. Con referencia a su labor
de periodista, bastaría traer a recuerdo su
periódico
La Verdad,
desde cuyas colum–
nas Iturralde lanzó sus catapultas que con–
tribuyeron a la caída de un régimen po–
lítico.
JEMIO, LUIS F.
(1835. 1913)
1
nició su vida pública como maestro de
escuela, y a través de toda su carrera lite–
raria y
polític~,
mantuvo inalterable su ca–
riño por el ramo de la ens·eñanza, sirvién–
dole como organizador, unas veces, como
autor didáctico, otras. Su otro campo de
acción fué el periodismo, en el cual, igual
que dentro de la política, supo mantener
una posición independiente y austera, mos–
trando, como rasgos característicos de su
personalidad, la firmeza de carácter y la
rectitud. Cuando Bolivia fué invadida por
las tropas chilenas, se alistó en las filas
del ejército y concurrió a diversas acciones
de armas. Ya antes, en sus años mozos,
cuando estudiaba en el Seminario, había
ocupado su sitio en las barricadas contra
Melgarejo. Sabía, pues, de sus deberes.
Aparte sus composiciones poéticas, ha pu–
blicado las siguientes obras:
Biografía del
Gran Mariscal de Ayacucho, Compendio de
la Historia de Bo.livia, Libro de Lectura, Re–
glamento de instrucción primaria, Compen–
dio de Historia Sagrada
y
La revolución.
de 1809.
KRAMER, PEDRO
(1869 . 1899)
A
no habérnoslo arrebatado la muerte,
en edad demasiado temprana, habría sido.
el primer historiador boliviano. No prime-.
ro en el tiempo, sino en la jerarquía. Hijo.
de padre alemán, nació en una finca de la_
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