Pizarra y se dirigió a Trujillo para incor–
porarse al ejército de La Gasea,.a cuyo lado
combatió en Saxahuana. Destmado como
principal vecino y fundador de
L~,
Paz,
suscribió la primera acta de fundac10n de
la ciudad, cuyo cabildo le designó regidor.
Casó con doña Conchita Torres y se esta–
bleció en su feudo de Sicasica, donde dejó
mucha descendencia y donde falleció.
JuAN
DE
VARGAS. Su síntesis biográfica
está consignada entre las de los corregido–
res de La Paz, pues fué el primero de ellos,
después de Alonso de Mendoza; es recor–
dado por la posteridad como uno de los
hombr·es que vieron nacer la ciudad, sién–
dole empeñoso y leal hasta la muerte. Bue–
na parte de ·sus energías la empleó en la
ímproba tarea de vencer las breñas de am–
bas márg·enes del Chuquiapu hasta obtener
que muchas calles y manzanas se comple–
ten con edificaciones techadas con teja.
Puso todo :;u empeño en la conclusión de la
iglesia parroquial, obsequiando unas enor–
mes llaves de plata al patrón de la igl·esia,
en el día de su fiesta.
EL PRIMER CABILDO DE LA PAZ
El primer corregidor y justicia mayor de
la ciudad de La Paz, fué el mismo capitán
Alonso de Mendoza, quedando constituído
el
primer Cabildo con el siguiente perso–
nal: Alcaldes: Juan de Vargas y Jerónimo
Soria; Regidores: Fernando de Vargas, An–
tonio de Ulloa, Rodrigo de Mejía, Diego
Peralta y García Gutiérrez de Eseóbar;
Procurador y fiel de pesas y medidas: Juan
de Rivas; Visitador de tambos: Alonso Ca–
ballero; Alguacil Mayor; Juan de Espino–
za, y Escribano: Juan de Cámara.
Los cabildos o municipalidades al estilo
del de La Paz, fueron, después, dotados
por las Nuevas Ordenanzas de atribuciones
de alta jerarquía, llegando a · gozar de los
mismos fueros
y
privilegios de la munici-'
palidad de Burgos. Se componían general–
mente de doce miembros. El Cabildo de La
Paz, como hemos visto, se organizó así.
Podían acusar a los virreyes y a todos los
funcionarios que hubieren violado las Leyes
de Indias y se preocupaban de la construc–
ción de hospitales, iglesias, escuelas, casas
de asilo, caminos, puentes, acueductos; eran
los ej-ecutores testamentarios de mandas y
legados. Vaca de Castro, antes de que nin–
guna restricción de los fueros municipales
se produj·ese, había obtenido del Monarca
que los municipios de las colonias que él
fundara, entendi·eran las causas de her–
mandad y sentenciaran sin apelación en los
pleitos que no excedieran de la suma de dos
mil pesos fuertes.
La institución comunal fué, en la Amé–
rica, el elemento de la democracia, cons–
tituyó el acervo del porvenir colonial, por–
que influyendo en el estado social y las
costumbres fué como una escuela, si bien
embrionaria a simpie vista, de libertad, de
derecho práctico, de ensayo y de experi–
mentación, de usos administrativos, de edu–
cación en el espíritu de reunión, asocia–
ción, opinión.
El amor de los americanos hacia su ins–
titución municipal es de antigua data y de
honda raigambre; pero el amor necesita
del conocimiento, pues ahondando en el ob–
jeto del valor amado se fortalece y se hace
durad·ero; así ese amor ha visto en el mu–
nicipio como una cosa dominante, ejem–
plar, creadora, una fuente de derechos y
una inminente realidad de la racionalidad.
Y desde épocas
precoloniaJ.es, el Ayun–
tamiento tuvo algo de fascinante y deslum–
brador; ¿qué -otra cosa significan los ca–
bildos de
amautas,
de
willcas
o
curacas,
rodeados de prestigios casi divinos?
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El 24 de abril de 1494, se formó el
primer concejo municipal o cabildo en
América, bajo la presid·encia de Diego
Colón y constituído por el Padre Boil, Fer–
nández, Coronel, Alonso Sánchez Carvajal
y Juan de Luján, y él constituyó la firme
voluntad de anarquía creadora, el sólido
baluarte de la democracia y la defensa de
los intereses así de españoles como de
indios.