234
J.
Imbelloni: Pachakuti IX
adornan las paredes de las residencias reales de Aranjuez, del Bosque y
del Pardo.
En resumen, nuestra reseña de la iconografía de los monarcas del
Cuzco permite formular los siguientes resultados: I, no tenemos pruebas
arqueológicas ni literarias de valor definido, en favor de la idea que los
Cuzqueños usasen la pintura historiográfica en forma de grandes paneles
murales, en los templos y mansiones de los tiempos antiguos; esta visión
ha surgido, en los dos Cronistas que vagamente la mencionan, del fondo
analógico de su cultura de Españoles. del Seiscientos y Setecientos, y en
los Comentaristas contempbráneos, del hervor de la fantasía; IIo, que
asiste en cierto modo mayor derecho a Sarmiento de Gamboa, cuando
afirma igual cosa como coronamiento de la revisión y compilación reali–
zada en tiempos recientes por el Inka que sobrevivió a la Renovación del
tiempo, después del temido término cronológico del noveno Pachakuti,
pero sólo a guisa de expresión europeizante de la mencionada
~taoxEuao(a
historiográfica; III, que son, en cambio, objetivas las referencias del
Padre Cobo, de Garcilaso y del Virrey Toledo concernientes a las repre–
sentaciones figuradas de la vida india: la primera sobre finísimo paño
indígena llamado
qompi,
la segunda sobre tafetán blanco de la China de
1,25 m. de alto, y la tercera sobre cuatro paños no mejor caracterizados;
fechadas la última en 1572, la segunda en 1603 y la primera, según el pa–
recer de Jiménez de la Espada, contemporánea de Toledo
["en mi con–
cepto, los originales de estos paños o tapices se labraron en el tiempo de la
visita del virrey Don Francisco de Toledo a las sierras del Perú
(en nota
a Cobo, vol. III, pág. 117)]; IVo, que no solamente llegaron del Perú a
España las conocidas y mencionadas, sino un mayor número de colec–
ciones de retratos de los reyes del Cuzco, como lo demuestran las hondas
variaciones que se observan en la iconografía de idénticos personajes que
fuera grabada, pintada o dibujada por pintores españoles en los tiempos
coloniales; V, que de los ejemplares y colecciones . que quedaron en el
Perú, puede estimarse digna representante la galería de Guaman Poma
de Ayala, que contiene el menor número de adaptaciones europeizantes
y trasunta el más parsimonioso y acendrado sentimiento de reverencia
hacia la 'humanidad' sagrada de los soberanos, sin recurrir a los mon–
tones de guarniciones metálicas y chapería de oro con que siempre mayor–
mente, con el pasar del tiempo, hasta hoy día, los pintores han buscado
suscitar la maravilla del vulgo profano; VI, que la galería publicada por
Herrera muéstrase harto desigual: los primeros nueve reyes, abstracción
hecha de algunos volados audacísimos de la
llakolla,
dibujados al estilo
barroco, y de los leones americanos provistos de abundante melena, de–
notan ser copias de originales peruanos del 'estilo severo', mientras en