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y

asnos en abundancia, nunca los utilizan para el consumo

personal, a no ser que hayan muerto por

a~ccidente.

Y aun en

tal caso, prefieren cambiar aquella carne en la feria de la

aldea más próxima, por objetos y -especias. que les hacen

falta. Sin embargo, cuando ·el animal "beneficiado" ha sido

robado o cuando un amigo les invita .a un buen asado, co-

men<hasta la

saciedad

.

·

También

inc1uy.en

en sus panqu

etes; s

egún la zona que

habitan, el .·corzo, las

serpi-~ntes,

la

viz.ca·

cha, la zarigüeya,

per>di·c-es, torcazas, otros pajarillos

y

av

es de corral, pero,

sobre todo, los cuyes domésticos.

·

Los cazadores indígenas de las selvas vírgenes que bor–

dean el Apurímac em:pJ.ean las mismas flechas, de dos me–

tros de largo, que usaban sus antepasados. Son hechas de

una caña muy derecha y resistente, con una punta afila–

dí.s:ima de madera, muy dura, encajada en ·una de las

ex–

trelllaidades y

f~rmemeil

te amarrada con hilos de lana. Ade–

más, son f.Jechas dentadas como sierras, que, al penetrar

en .

la carne, no pueden ser retiradas fácilm·ente. Fieras y aves

silvestres, venados, corzos, tajasúes, monos y tapir·es son

abatidos por el gol1pe siempre c-ertero de estos N·emrods.

Di-chas fle.chas son untadas

·C~n

urari,

un jugo com–

puesto de varias plantas venenosas y cuyo efecto

·es

casi ful–

minante. Sin embargo, ·esta·· substancia mortífera. se localiza

en la herida, dejando

intac~

y aprovechable. el resto de la

presa.

Si desean coger animales vivos, con fines comer,cia.Ies,

como ser papagayos,

tuc~nes,.

guacamayos o monos, les lan-'

·zan flechas con una especie de bola en la punta que sólo

los aturden.

·

Otras de las arma.S que emplean es la cerbatana, gruesa

caña hueca, de dos metros de largo. El proyectil es uná pe–

lotilla de algodón con una a.guda astilla de bambú inserta–

da en ella, y es lanzada a siete u ocho me·tros por el so–

plido del cazad<?r a través de la caña, con tal fuerza y pre–

cisión, que traspasa a los pajarillos que reposan en ·el pasto

y

los ar·bustos.

.En

las áridas mesetas, donde abundan Itas perdic·es, los

quichuas las cazan de un vari1la:zo, persiguiéndolas hasta

extenuarias. Cuando un quichua descubre una nidada ·de

perdices, va de noche con una antorcha, las deslumbra con

el fuego y las derriba a palos.

Duran

te

la época de las cos.echas

y

de las frutas, los

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