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ridades, que vale la pena conocer, sobre todo entre los in-

dígenas

aéomod~

..dos.

.

Mieh'tras edifican un muro con adobes o ladrillos se,cos .

al sol, están en constante preocupaci-ón del maleficio- de al–

gún brujo rencoroso, quien, por venganza, podría d1e noch·e

disimular ·entre las junturas un cuerno de chivo o de buey.

¡Cuántas amenazas

y

desgrac.ias se cernerían sobre sus ha-

bitantes! Y sería aún mucho ·peor si el brujo escondiera

1

entre los cimientos ·un sa

po amaT

rado con cabellos de su

suegra. En vista de ·estos ·

pe1igr.os

, el propietario inspeccio–

- na y revisa ·Concienzudam

ente, toda

s las mañanas, las cuatro

· paredes de la

construc~ción.

Una vez terminada la obra, se ce1ebra una fiesta. El

mismo día en· que se am-arra sobre el t-echo la última. gavi–

lla de paja de

ischu

y se coloca la última teja sobre el ca–

ballete, los amig<;>s de la familia son inv.itados al "bauti'zo"

de la casa. El dueño de casa ha escogido de antemano una

madrina, quien llega con toda solemnidad, trayendo una o

dos cruces de cobre u hojalata como regalo, y pronuncia

/

un pequeño discurso-: "Respetabilísimo compadre: os traigo

de r·egalo

~estas

cruces; colocadlas en la cúspide de esta fla–

mante morada para que sirvan de pararrayos al furor de

las t-empestades. Las he adornado eón mis más h·ermosas

flores, de manera que atraigan a los colibríes que han de

r·egocij aros". -

Un mucha·chito, hijo o pariente del propietario, sube en–

tonces sobre ·el techo y coloca sobre el ca.baUete las

cruc~es,

que a veces suelen ir adornadas con instrumentos de la

Pasión: lanza, esponja, caña

y .

corona de espinas. Acompa–

ñan este acto los aires del harpa índígena, de la mandolina

Y

de panderetas. Luego se destapa una vasija de ·

chic~a

y

empiezan a circular y

a

vaciarse las jarras; comienza el

festejo, que durará tres días. Los invitados reciben, a cada

comida, cuyes asados sobre brasas o sobre una piedra ar–

diente y condimentados de salsa picante.

. Sobre el techo del rancho de uno que otro indio semi–

civilizado he visto capil'¡as ·en miniatura, sin duda obra de

algún prolijo padrino carpintero.

Junto a ·estos sagrados emblemas, los quichuas suelen ·

colocar maceteros de· flores. Algunos, sin ·embargo, prefier·en

los totems, y es . así cómo en mis viaj-es por aquellas re–

giones he visto, colgados de una vara sobre el techo de las ·

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Sol.-4