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Revista del Museo Nacional: Tomo XIV

des de movimiento. Es en un a palabra

el

siste ma anim ist a, o la teod a de las re'pre–

sentaciones del alma. Y este animismo es un sistema in'telect ual, que perm ite

concebir al mundo como una totalidad.

Hechicería y magia, compa'rten en el sistema a nimi sta del primitivo, la

sujeci6n del espíritu de los hombres o de los animales. El arte de la hechicerf a,

tiene por supremo fin, apaciguar lo s espíritu s, despoján.dolos de su poder y some–

tiéndol os a nue'S'tra voluntad. La magia es diferente, se va le de procedimientos

especiales, para some ter a los fen6me n os· de l a naturaleza y gobernarlos .

La medicin a de este periodo, fué completamente empírica, basada entera–

ment e en el sis tema animi s ta de la filosofi a. Y como el hec hic ero, carecía de fun–

ciones abstractas y discriminativas, hubo de vale rse de l as fuerzas espirituale ,

para dominar la enfermedad o al espí ritu maligno que la engendr a. Est e animis–

mo mágico, es tuv o representado en un principio por ' la psicoterapia sugestiva.

Tanto el machi, como el s ham a n, o el j ampecc, en la etapa del pensamiento ali-

16gico o pre-16gico, cOmO dice Mira y L6pez, ejercitaron una serie complicada de

"encantamien.tos", que no son sino otras t antas formas de sugesti6n. Y para con –

segui r s u objeto, se vaHan del a rt e taumatúrgico, del empleo d e amuletos, tali -

manes y cconop'as, dotados de " fu erza curativa"; de las purificaciones, ayunos

y

p'enitencias; de las danzas rituales, el masaje, la succi6n, etc ; y lo s "poseslOs",

"hechizados" y "embrujados", que existieron entonces, fueron otros tantos en–

fermos mentales, qu e necesitaron del a rt e de aplicar las fuerzas del espíritu, para

obten'er su curaci6n.

HECHICEROS Y PSICOTERAPEUTAS.

El fin suprem o de la medicina es cura r, y el trat amie nt o de las enferme–

dades, es arte en último análisi s.

L os representante s del arte de curar en el In canato, se pierden en la no–

che de los tiempos. Son' los Aleos o Sacerdotes, los Pontífices, los Ccamascas o

Soncoyocc, los Jampec c, que tienen y ejercen su arte, de procedencia "divina".

" . .. . preguntados los Camascas, dice P olo de Ondegardo, quien les ense–

ñ6 el oficio que usa ban, lo s unos daban por principal causa o respuesta, haberlo

soñado". Garcil aso solamente mienta a los hec hi ce ros, los grandes sacerdo tes y

sacerdotisas, los envenenadores, "viejas que purgaban y sangraban ... . y los

grandes herbolarios, que los hubo muy famosos, que con'ocían la virtud de mu–

chas yer bas y por tradici6n las enseñaban a sus hijo s, y eran tenidos por médicos,

no para curar sino a lo s reyes y a los de su sang re, y a los curacas y a sus parien–

tes. La gente común se curaban unos a ot r os, por lo que h abía n oido de medica–

mentos".