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Por eso el estilo casi único de la arquitectura colo–

nial es el denominado, en términos generales, del "rena–

cimiento", con sus períodos plateresco, churrigueresco

i barroco.

La mayor parte de nuestros monumentos son del pe–

ríodo

plateresco,

el estilo más delicado i hermoso que

dió origen la España del Renacimiento, porque casi todos

ellos se remontan al siglo XVII, siglo del apogeo colo–

nial, i

de~

predominio de aquel estilo en la Metrópoli.

Casi todos nuestros templos tienen la misma factura.

Orientados, en su mayor parte, de este a oeste, plantas

de cruz latina, una o tres naves, dobles campanarios

adosados a las fachadas, cúpulas de media naranja, pila–

res (como soportes interiores), g;:uesos i elevados, arcos

de medio punto.

El material que se empleó fué la piedra andesita,

procedente de las canteras próximas i de las ruinas incai–

cas, como del Saqsa-uma (Saqsaywaman) i de los pala–

cios diseminados en la ciudad. Pocos, casi raros, son los

templos de barro.

La ornamentación arquitectónica, que es profusa i

múltiple, se compone de columnas corintias (romanas),

hornacinas, arabescos, conchas marinas, cortinajes ple–

gados, tímpanos triangulares i mixtos, frutas, grutescos,

en fin, todos los motivos ornamentales propios del estilo

nombrado.

Las casas conventuales están adosadas al templo. Pa–

tios amplios i extensos canchones. Todas ellas están cons–

truídas en el corazón de la ciudad; sólo la recolección

franciscana se halla situada en el campo.

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