de fuera, que de ancho tendrá por cualquier parte que
la midan más de vara y media y de fondo más de vara
y cuarta. A esta pila henchían con cantidad de chicha
escogida de la que el inga bebía para que bebiese
el
Sol
y lo que e1:1 ella se embebía, creía esta gente bárbara que
el Sol lo bebía. Cubría la boca desta pila una lámina de
oro en la cual estaba el Sol esculpido. Cuando los espa–
ñoles entraron a esta ciudad le cupo en suerte a uno de
los conquistadores, que yo conocí, llamado Mansio Sie–
rra, de nación vizcaíno y creo provinciano, gran juga–
dor: jugó la lámina y perdióla: verificóse en él, que jugó
el Sol. Ti ne nuestro convento la huerta que así mismo
nombraban del Sol, la que antevenían a labrar y cultivar
lo inga y aún se dice que la última vez lo que en ella
sembraban eran unas cañas de maíz todas de plata y
las mazorcas de oro. Estas no han parecido, ni se sabe
dónde e tán. Es fama en nuestra casa haber gran suma
de oro enterrado pero no se sabe dónde ni en qué paraje.
Don Carlos Inga, alía a este partido: que le dejasen
anr d bajo del altar mayor y de lo que sacase daría
tanta parte, si no hallase co a alguna, tornaría a reedi–
fi
ar lo derribado
u osto, de la misma manera que
ant e t.aba. o e le admitió el partido y así se quedó.
El mona terio de Nuestra Señora de las Mercedes tiene
el mejor sitio , unque los teatinos también, por estar en
la plaza junt a
la
Iglesia ma or; el de San Francisco
pina ' bien grande· ustenta más de
30
religiosos ;
an
Agu
tín
a edifi ando que sustenta
20
re-
lio-i
. D pué d la ciudad de los Re es y Potosí, es
el m jor pu blo de t-os reinos. A la redonda, hay seis o
· t
parr quias d indios que abastecen a la ciudad. El
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