CARLOS CAMINO CALDERON
ra termina en cualquier chkhero- de la Portada de Man–
siche ...
· Cuando la policía se muestra activa y las excavaciones
se haicen Ímposibles en Chanchán, entonces el huaquero aguza
su in,teligencia y su astucia para dar gato por liebre al.
res–
catad01',
su enemigo natural.
Es
entonces cuando metido en
su casita del Paseo Muñíz, y sin más que un poco de barro,
u~os
centavos de cobre a los que ha limado los emblemas,
unas tablitas y unos pocos instrumentos de hojalatero, fa–
br~ca
esos pequeños dijes de madera que .hace tragar a los
pavos y que al ·ser. arrojados en las deyecciones de éstos, es–
tarán car·comidos;
env~jecidos,
por· la
f~erza d~
los
jugos
gástricos; esos adornos de metal a los .que oxida orinando
sobre el sitio del corral en que los ha enterrado; esos estu–
pendos· ceramios que forma con retazos dé otros huacos ha–
bilmente pegados, y q4e ostentan letras chinas, o ruedas,
d
cruces, o cualquier otro de esos signos que desconciertan, de–
sorientan y solivianta
a la moderna Arquelogía, y que la
hacen ·crear teorías y más teorías q e invaden el campo de
los conocimientos, como la grama china invade los potreros
de panllevar ...
El huaquero de Chanchán casi siempre acaba mal.
¡
Sin-'
embargo éle que por sus manos pasan ingentes cantidades de
oro, plata, cobre etc, siempre está como chisco en pelusa. To–
do su trabajo sirve para que el
rescatador
amase una fortu–
na. Verdad es que en nofaltándole la chichita y el
chicle verde,
al huaquero no le interesa nada del mundo: ·como el minera
de vocación, el huaquero es un romántico que está. dominado
por el pla:cer de
encontrar,
aunque sabe que no va a gozar de
lo que encuentre.
Lo único que el huaquero quiere conservar toda su vi–
da, el único arpor sincero que se le conoo:e, es el que profesa
a su baqueta predilecta. La guarda, la cuida, la defiende tan-
1to como a su mujer o a su hija. Su baqueta es lo único que
no vende, ni empeña, ni presta, ni regala.. .
Y cuando le llega la de morír , generalmente le llega en
el hospital, consumido por la
antimonia,
o bajo los adobes
de una huaca que se derrumba sobre él ...