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Otros ·diversos puntos guardan analogía de nomenclatura y tera–
péutica, pero para la finalidad de este artículo basta con lo
consig~
nado
·
Sin embargo, voy a permitirme señalar un último contacto entre
ambas medicinas, que por lo claro, arroja decisiva luz sobre la influen–
cia del médico de la Universidad de Coimbra en la medicina popular
y
es el que se refiere al procedimiento ''para quitar las sefi.ales de
las viruelas", que consiste en tocar dichas manchas con una pluma
mojada en sangre de palÓma.
A favor de "su buen porte, sus afables maneras, un físico agra–
dable'' y otras cualidades que el prologuista anónimo le reconoce,
pudo el doctor Mandouti influenciar tan decisivamente la medifcina
de aquel entonces? No era bastante. Fué\ menester la obra que nos
legara, de la cual, a su muerte, debieron hacerse múltjples ediciones
que circularon copiosamente por la campaña · argentina
y
de otras
partes de América, a tal punto que su nombre figura en el
Cancio–
nero popular de Santiago del Estero,
de que soy autor, en la eopla
N
9
1317,
.que di e:
•
lioteca
ional
el.perú
Las consideraciones que dejamos apuntadas en este. sentido, dire–
mos general, sólo han contribuído a darnos una idea de conjunto del
paisaje folklórico de nuestra medicina. Son datos someros
y
esboza–
dos a grandes rasgos, de ciertos aspectos interesantes de la materia
que, agregados a otros, encadenados a otras manifestaciones del mis–
mo asunto, alcanzan a fijar la topografía general, siempre, claro está,
dentro · de los límites de una concepción de carácter primitivo.
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Hemos impregnado, pues, nuestra retina como en el ejercicio de
una visión rápida y global de los rasgos preeminentes, aunque uni–
formes, de nuestra medicina popular. Hemos adquirido una noción
de sus características. Pero faltaría, para ser exacta y completa,
determinar un rasgo que domina su fisonomía, algo que por estar
en todas partes ha pasado acaso desapercibido del lector
y
que tipi–
fica de un modo harto evidente su configuración general.
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