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"Muchas son las virtudes que se atribuyen a dicha yerba: lo mis–
mo reconcilia el sueño que desvela; igualmente calma el hambre que
!a estimula y favorece la digestión; repara las fuerzas, infunde ale–
gría y cura varias enfermedades''. (P.
NrcoLÁs
DEL
TEcHo:
Historia
de la Provincia del Paraguay,
t.
I, pág. 96, Madrid, 1897).
Desayuno del que se levanta al alba para la tarea rural, es, mu–
chas veces, la única comida del día, sobre todo, cuando los tiempos
malos privan al hombre del campo del salario con que ha de procu–
rarse el pan, o cuando la explotación del obraje o del ingenio devuel–
ven, tras ruda labor, más triste y desnudo al padre, al hennano o
al hijo, y lo enfrentan con el círculo hambriento de su familia, que
se quedó, mate en
mano~
aguardando· su vuelta.
¡Mate dulce de los viejos hogares santiagueños, que desaparece
con la costumbre de infundirlo con el cedrón aromático y el poleo
~ilvestre,
o con la tierna mondadura de naranja!
Ya no se
tom.anaquellos mates con azúcar quemada
y
polvos de
canela, cebados e
en las largas tardes invernales,
ante el sahumer o de las más simp e ese ci
que se servía en reCJp ·
mentación, o ta bié , ---
l
activo, en objetos
-----..::--...
aparecido total e
nas familias tra ·
a po, que recuerdan en su agasajo
hospitalario, el boato y la.<:; maneras de los más viejos y ricos hogares
argentinos.
Si antes el mate era una tradición,
y
como tal puede haber sufri–
do los embates del modernismo, hoy es una necesidad.
Vastamente difundido en la selva, en los valles y en las pequeñas
en su
Gazophilacio Regio Ptruano,
libro 2, p. 2, cap. 31, escribe que es general
opinión en las provincias del Perú que San Bartolomé la mostró y descubrió
a los naturales. Muy dudoso es este principio, ni se que haya habido tal per–
suasión, pues ni la menor mención hay en papeles antiquísimos que tratan.
Por el contrario discurre con mayor verosimilitud el
licenciado
DIEoo
DE
ZEVALLOS
quien en su
Docto tratado del recto uso de la yerba del Pm·aguay,
impreso en Lima, año 1667, dice que descubrió su
u~o
y
aún la dió la virtud
Santo Tomás Apóstol, que llegando del Brasil, predicando el evangelio, a la
provincia de Mbaracayú, halló selvas dilatadas de estos árboles, cuyas hojas
eran mortífero veneno; pero tostadas por el Santo Apóstol, perdieron en sus
manos
y
en el fuego, todo lo nocivo ... "·