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EL SARAMPióN

Todavía, entre nosotros, no se ha dado ninguna importancia a

esta enfermedad eruptiva. Lejos de prevenir su contagio, las maJres

exponen sus hijos a él por aquello de que el ''sarampión tarde o tem–

prano tendrá que brotar''.

Constituída la erupción, la gente se apresura a dar al enfermo '

~hundan

tes "tisanas de borraja (Borrago officinalis) ", excelente

por sus propiedades diuréticas, diaforéticas

y

pectorales, aunque

Rabouteau diga que ''da poca importancia a la multitud de sudorí–

ficos vejetales que se han preconizado, pues, el agua caliente es el

ligente eficaz mientras las diversas sustancias que se hacen infnt1dir

son coadyuvantes más o menos agradables; pero a menudo inertes''.

En cuanto a lo demás, suele dejarse a la enfermedad que siga

su curso con las consecuencias frecuentemente graves de sus com–

plicaciones tanto que, todavía no hace mucho tiempo, la gente ofre–

<!Ía ten resistencia a ace tar los modernos métodos balneoterápicos,

pues los e sideraba pelig o :(;) • a

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Esta prac ICa !Iene su origen, probablemente, en un género de

hechicería usada entre los guaranfes para producir el "daño". Con–

sistía en "atar de un árbol un sapo, donde con la falta de alimentos

desfallecía, iba perdiendo las fuerzas

y

moría,

y

al mismo paso

y

con las mismas pausas, iba sintiendo esos efectos, consumiéndose

y

acabándose con exceso de dolores, la persona hechizada'' (

1 ).

LA SARNA

Entre el fárrago de cosas inútiles que preconiza la medicina

popular para el tratamiento de la "sarna" o "caracha", como tam–

bién se la llama (

2 ),

se encuentran dos recetas de incuestionable va-

(1)

P.

DozANO:

Historia de la Conquista del Parraguay, Río de la Plata

y

Tucumán,

T. I, pág. 402.

(2)

Antiguamente esta afección era conocida con el nombre de "usagre".

En

la parte general de esta obra se habla de los ensalmos que usaban en el