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sión general, conforme lo disponían las prácticas del Imperio, debía ser sincera,

bajo pena de crueles castigos. La hacían ante los pontífices o los ichuri o itsuri.

El sistema de la purifi<;ación en las enfermedades de curso crónico, era muy

empleado entre los indios;

y

en la curación de estas mismas enfermedades, había

mucho de psicoterapia. La 'fiesta de la Citúa, de que nos hemos ocupado anterior–

mente, tenía por objeto la expulsión de las enfermedades del cuerpo, o la preven–

ción de ellas. Era una medida profiláctica, con las características externas de un

rito religioso de purificación. "y ciempre estaua triste cin conversación los ojos

al suelo y cubierto de luto todos los hombres y mugeres en todo el rreyno .. .... "

Copiaremos aquí una brillante descripción del Padre Cobo: ((Para las en–

fermedades muy graves que con las medicinas y curas no sanaban, hacían los he–

chiceros meter al enfermo en un aposento secreto, que primero preparaban desta

manera: limpiándolo muy bien, y para purificarlo, tomaban en las manos maíz

negro y traíanlo refregando con él las paredes y el suelo, soplando a todas partes

mientras esto hacían, y luego -quemaban el maíz en el mismo aposento

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y

toman–

do luego maíz blanco, hacían lo mismo y después asperjaban todo el aposento con

agua revuelta en harina de maíz, desta suerte lo purificaban. Limpio, pues y pu–

rificado así echaban al enfermo de espaldas en medio de él, estando presente el

Inca, si era su mujer o hijo el enfermo y luego,

por ilusion

y

embustes del Demonio,

era el enfermo arrebatado de un pe!_ado sueño

y

fxtasis,

y los hechiceros hacían apa–

riencia de que lo abrían por medio del cuorpo con unas navajas de piedras crista–

linas y que le sacaban del vientre culebras, sapos y otras bascosidades, quemado

en el fuego que allí tenían todo lo que sacaban; y decían que desta suerte limpia–

ban lo interior del enfermo, haciendo en esto muchas supersticiones. La paga que

daban a estos médicos era en comida, ropa, oro, plata y otras cosas". ¿No indica

este párrafo, una brillan te descripción de una curación por psicoterapia? Aquí

vemos al representante del arte de curar, rodeado de toda su fuerza sugestiva,

procurando el sueño hipnótico, y curando graves procesos orgánico , entre los

que habría seguramente muchos de índole nerviosa. Aquí vemos a este hechicero·

llamado de sueño, sobre el enfermo, obligándolo a dormir, y produciendo

el

sue–

ño hipnótico.

Tal se puede mirar a la medicina entresacada de las páginas del libro de

nuestro escritor indio. Es una mezcla de la medicina aborigen y de la importada

de España, pero. sobre todo aborígen. Nos ha mostrado a los hechicero , con su

indumentaria característica, las costumbres, las supersticiones del indio, las pu–

rificaciones, psicoterapia, etc.

Hemos procurado poner en relieve la psicología de nuestro autor, así como

el fín ético que persiguió durante toda su vida. Esto último lo eleva sobre su

contemporáneos y lo hace aparecer como un verdadero apóstol del indigenismo,

como un idealista que quiere que

el

mundo sea un lugar bello y agradable, en el

cual puedan habitar todos como verdaderos hermanos.