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indios, mostrando a cada paso su complejo de Edipo, revelándose su natural or–

gulloso, contra toda dominación y vasallaje, porque sus pies, en su larga

pere

grinación, cree que asientan todavía sobre el poderoso Tawantinsuyu. Por eso

trata con piedad y admiración a sus paisanos, y fustiga y anátematiza a los espa–

ñoles, D..a pinceladas psíquicas de los personajes con que juega en su peregrina

Corónica. Es pués, un psicólogo intuitivo, un temperamento enteramente religio-

.

,

.

so, cast un mtsttco.

Por sus venas corre sangre humorística dice Markham y su obra está lle–

na de "formidables sarcasmos". Pero es un humorismo, mezclado de

profunda

tristeza. Es la ironía de aquel que saca a luz el mal, sin poderlo remediar. Dice

el mismo autor de nuestro cronista, que "fué un héroe que honraría a cualquier

nación" y que su obra constituye -'<sin excepción alguna, la muestra más notable

a la par que más interesante del genio indígena que poseamos".

Las ilustraciones del libro son en extremo importantes, por más que Means

dice que son atroces. Representan hablando metafóricamente, una continuación

de la labor cerámica de los antiguos alfareros. Ya las hemos utilizado anterior–

mente al tratar de las enfermedades nerviosas en el Coloniaje. Ahora las volve

remos a emplear con sus leyendas explicativas. Han sido correctamente ejecu–

tadas a pluma, y ((muestran un talento que no es mediocre". El dibujante cono–

ce poco de anatomía, pero es ((excelente en el dominio de la expresión de la fiso–

nomía y del movimiento", en una palabra de la psicología. Es pués un

psicólo

go intuitivo. Objetiviza en sendos dibujos a pluma, cuanto va describiendo, y en

veces tiene que medir las líneas del texto, para no escatimar espacio al dibujo.

Su lenguaje es primitivo. Mezcla el español, con palabras quechuas y a y–

maras. Este erudito gusta de amontonar palabras, sin establecer períodos. Es

su prosa un constante atentado a la sintaxis. Pero, ¿qué le vamos a pedir a este

anciano melancólico atosigado por el bilingüismo? Su manera de expresarse es

arcaica. No quiere deleitar sino enternecer, mover a los poderosos hacia la piedad

a los humildes .y desamparados. Pero esta misma primitividad y rudeza en el len–

guaje, le hace sincero, sencillo y verídico. Bien es verdad que comete errores his–

tóricos

garrafal~s,

como aquel especificado en la página 369, en que Huayna Ca–

pac y Pedro de Candia se entrevistaron en el Cuzco. Pero en la descripción hay

calor, hay fuego y valentía al proclamar las virtudes de su pueblo. Más que con

el cerebro habla con el corazón.

Guamán Poma es un indigenista cien por cien, por más que lleve por se–

gundo apellido el de Ayala, o sea el de aquel español a quien su padre salvó en la

batalla de Huarina. Sin embargo, tiene orgullo de llevar en sus venas la sangre

de los Incas. Está penetrado del mismo indigenismo

romántico de Garcilaso.

De allí que su Corónica sea una animada y constan te exteriorización de los vicios

y desenfrenos de la dictadura española, comentarios que muchas veces se tornan

en diatriba un tanto despiadada, por ese su indigenismo incontrolado. De allí:

que los hechos narrados por nuestro autor, son cuadros animados y

pintoresco~.

de la vida colonial.

·

Bajo cierto aspecto de la medicina aborígen, supera a Garcilaso, Morúa,.

Arriaga, Cobo y otros ¡Qué capítulo más interesante desde el punto de vista et-