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ríos respecto a su valor histórico. Hace poco, en la Academia de Ciencias Exactas

Físicas

y

Naturales de Lima, presenté una nota sobre la medicina mágica. Hoy

después de prolijos cotejos con las obras de los escritores de su tiempo, presento

este esJudio integral del lado médico.

·

Considero que el estudio de la medicina indígena, de la moderna ciencia

de la etnología médica, en las obras de nuestros autores clásicos, reviste especial

interés. Hasta ahora, sólo se ha llevado a cabo en forma fragmentaria.

Yo he analizado en otra

~portunidad

la medicina en las obras de Garcilaso.

Creo que no sólo reviste interés el examen aislado de cada cronista, sino que hay

que hacer la crítica de los datos médicos que traen, pues que esta crítica, en el

futuro, permitirá reconstruir

in toto

la medicina de aquel pueblo.

En 1908, en la Biblioteca Real de Copenhague, el

Pr~fesor

Richard Piet–

chsman realizó un importante descubrimiento histórico. Se · trata del manuscri–

to No. 2232, inj4o., de 1179 páginas, cuyo autor es el indio Don Felipe Guamán

Poma de Ayala, Señor y Príncipe. Este mismo Profesor Pietchsmann, fué igual

mente el descubridor de otro importante manuscrito, la Historia de los Incas de

Sarmiento de Gamboa. Notas suscintas del mismo descubridor, de Markham,

Levillier

y

otros, daban pálida idea de la importancia etnológica del manuscrito.

Sólo su publicación íntegra hecha en 1936 por el Instituto de Etnología de París,

bajo la dirección del Profesor Paul Rivet, en edición

facsimil,

ha permitido a

los estudiosos de nuestro pasado, el llevar a cabo minuciosos trabajos y algunas

monografías. Porque esta obra es interesante al investigador de la historia desde

todo punto de vista: sociológico, político, religioso, médico, del folk-lore, etc.

De pluma indígena, solamente conocíamos la obra del indio :Juan de Santa Cruz

Pachacuti Yamqui, escrita por la misma época que la anterior,

y

de menor valor

documentaL-

Nuestro autor es indio de pura sangre. Su nombre, como lo hace notar el

sabio Pietschmann, viene de huaman, "alcón" y puma, ''león americano". Es in–

digenista de corazón y se enorgullece de su ascendencia. Desciende de los seño–

res de Lucanas del Chinchaysuyu y del mismo Inca, soberano de Yarrovilca,

del gran Tupac Inca Yupanqui. Deja su país natal para recorrer el territorio pe–

ruano

y

dar así objetividad a sus relatos. Nuestro autor es lo que en términos mé–

dicos se llama un dromómano, amigo de desplazarse constantemente, un verda–

dero trotamundos. Premunido de cierto cargo para protejer el elemento indígena

recorre durante más de 30 años el territorio peruano saliendo de su pueblo, de

San Cristóbal de Suntunto, Chipao, provincia de Rucanas, para venir a Lima,

pasando por numerosos lugares de la sierra. Ve, oye y anota cuidadosamente,

cuanto encuentra a su paso. En esta su larga peregrinación recorre varias veces

la cordillera de los Andes acompañado de su caballo, de su hijo Pon Francisco y

sus dos fieles perros Amigo y Lautaro. El hombre y los Andes, sehn motivo para

inspirarlo

y

cantará luego en lenguaje primitivo la vida del indígena en su anti–

guo patrimonio. Podrá decir como el poeta Chocano: