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en aquel punto donde se
alza
el
A<.:oncagua
"como
una
Cruz que alzaran
las razas
que se
van' ' [1],
lo
vi1nos
otear a las naciones
her111anas
y
al
descubrir
entre las
nieblas
del
norte recostada
a la
princesa
in–
caica looi1nosrequirirlea111ores.
Y
entonce~
escucha ..
111
os en
1os
espacios
u
na voz,
q
u
e resonaba
de
p
o 1o
a polo
y
del
Atlántico
al
Pacifico
y
que
con10
una
bendición de Dios decía: se
despt:ñaran
estos mon–
te~,
saldrán
los
ríos de
madre,
el
n1ar
inundará
nuestras
ca111piñas~
el
granizo apedreará nuestros
trigales, la
langosta arrazará nuestros
viñedos
y
nos quitará. su luz el sol,
antes
que se
ro111
pa la
a111istad
entre chilenos
y
peruanos,
antes
que
la
más
leve nube
empañe los an1ores entre
la
prince–
sa
de
Jas
Incas
y
el
indio
de las
sel
vas araucanas
(2 ).
¡Salve
tierra gloriosa
y
le,g·endaria
del
Cuzco,
os
saludarnos
utia
y
n1il
veces
y
os aclaman1os
reina
de pueblos,
sefiora de civilizaciones, n1adre
de
ciu–
dades!
Una
y
1nil
veces,
¡salve! arca
de
abncgaciñn
y
r1 e
her
o is
1
no, eo fr e en que-
en
cerra
ron
las ecl ad
es
que
pasaron
la
ciencia
y
]a santidad.
Cuzco,
h ijo
del
Sol!
1nás
rica
aun en
tus tradi–
ciones que en dian1antes
y
en oro las entrañas de
tu
siert
a:
rná~
c:1
lti
va
en
tus
cos
tu
rnbres que
la ein–
pinad a
cresta
del
l)achatusa n arrogan te;
tnás
hi–
za
rra
en
la
caravnna de tu indiadaqne en el <lesfile
secular de tus
tn ontañas; con rnás fuego en
el 1ni–
rar de tus n1ujeres que el que
otrora
encerrara
el
corazón de
tus
volea nes. C
u·zco, que
d uerrnes apa–
cible n1irándote en el ren1a11so de las aguas de tus
lagos; que sueñas tranquila a la vera de tus ríos
ea u
(i
a 1osos;
que te a
1-
r n l as
en
1
a s
no
eh es si 1en tes
cün las
no tn ~
doloridas de las quenas, en pago de
la hospita lidad
generosa que no.:; has
brindado
he-
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\'pniug
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Cavn·dn-"An1n co '' .
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