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-18--,...
•
aso·.nbran
la vista
del viajero
cansa fJ© que cruza
los desierto .s de
la
l.Vlesopotania.
y
en
las
de Ge–
rar entre los verdes viñedos de la l'ransgiordania
y en
las
de
Ba.lhek (1 ),
al
pié
de
los prirneros
con–
trafuertes
del Líbano,
es por eso
que hernos que–
rido que la prirnera palabra de este libro fuese de
gratitud a
Dios.
Para un l\1ercedario chileno,
venir
al
Cuzco,
era
cu1np1ir
con un deber de
gratitud,
era el deseo
de
depositar un ósculo
respetuoso
en las piedras
bordadas de
nuestros
claustros, en pago de
una
deuda, pues,
de
aquí
salieron los
p1
in1eros
Merce–
darios
evangelizadores
de las fértiles
can1piñas
del
MElule
y
del 111apocho,
los prin1eros que sorpren–
dieron los n1isterios
de
las
sel
vas
araucanas,
y
con ..
quistaron para Cristo aquella •'raza
indó1ni ta
y
tern1da,
de leyes
libre
y
de cerviz erguida" (2).
Por
e~o
cuando
el
Señor
nos
dijo:
Venid;
y
nos
llan1ó a
forn1ar
parte
del
Pscuad
rón de
Redentores·
blancos
que hacía siete siglos
pasaba
por el inun–
do
haciendo
el
hien y
cuyas
µrin1eras
páginas
de
su
historia
esta
han
escritas
con la
sangre
de 1.5(;0
111{trtires
en
las
1nazmorras de
Tunez
y
de.-\
rgel,
un
en
tus
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as
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o
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o co in
va
d
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ó
nuestro no
vi
e
i
ad o, a n
te
la historia
gloriosa de nuestra casa de esta
capi=
tal
incaica.
·
Cuando el
0ro
de este formidable
in1perio
de
Atahnallpa, no bastó
para
llenar las
~reas
de la
codicia
de
~los
conquistadores,
A11nagro, tal
vez
desde los
picachos
<l~
estos n1ismos tnontes,
oteó
;
]as regiones
\Sureñas
del· A
tacan1a
y
soñó con r1os
de oró y cascadas de piedras ·preciosas
1
y
organizó
aquella desgraciada
expedicion
que
fracasó
en las
nieves perpetuas
ue
Coquin1bo.- Al lado
de Aln1a-
--~-
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El
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P<1lmirR,
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dnra nt.e su ,· in:i e al Orit>nte .Y
~·11cuentrn,
mucha
SJ)n1ejanza
entre las
:ruinas i1H·akas y
lnH
m¡u·a-dllas
orientales.
[2] Erci lla-- '; La, Al·aueaua.".