,
estas
tierras D. Toribio de
I~ustamante,
a
sus ex–
penaas y
fuera
su altna
el
lVI. R. P. l
1
'r.
l\1ariano
Vela~co.
El Convento de
la
Recoleta es digno de ser vi–
sitado por cuantos
amigos
sean del arte, donde
pueden adn1irarse obras maestras de
la pintura
del
Cuzco.
Quien
cuente con
tiempo
para hacerlo,
no se
arrenpentirá
de
haber pasaclo unas hor:is
en
aquellos viejos claustros
que duermen a la
so1nbra
de su
empinado
eucaliptal.
Viene después a la derecha el campo
de
aYia–
ción
'·
Patnpa de l)ólvora''
o
\re
lasco
As
tete, en
memoria del ilustre cuzqueno, de ese non1bre, már–
tir de la aviación, donde
se
levantó un modestí–
simo
rnonutnento
con motivo del
rv·
Centenario de
la fundación española de
la
ciudad,
y
se entra, des–
pues de d'os kiló1netros, en el pueblo de
San ·Sebas–
tián,
donde vive aun latente, en n1edio de recuer–
dos
y
viejas costumbres,
el
a1n1a
noble
de
los
In–
ca~.
Aquí
recom~nda1nos
a todos
los
viajeros a
JI
u
anca
una
visita al hertnoso
templo
parroquial
deJ pueµlo, que se levanta arrogante con su facha–
da 'barroca,
de
piedra sillar
bordada,
donde el
Obis–
po
D.
l\lanuel de
~ollinedo
y
An,gulo,
el
1nisrno
que
e111puñaba el
cayado
pastoral del Cuzco, cuando
las
dos primeras apariciones de
Iluancn,
dejó gra–
barlo su nombre en la
~ecular
y
expléndida cons–
trucción.
A
las
tnagníficastorres
está.n ligados
lo~ .
notn–
bres
de dos ilustres mitrados del Cuzco, D. Bernar–
do
de
Izaguirre
y
D. Bartolon1e María de ]as He·
ras,
según rezan sendas inscripciones que se leen
en ellas.
San Sehastián es un pu-eblo silencioso
y ,
tran–
quilo.
Su principal
industria
es la construcción de
tejas
y
ladrillos
que se
e1np.lean t:.n
casi
todas las
-construcciones
del
Cuzco .
La fachada de su
Igle-