llIS
MONT~AS
G9
y
explica aquellos sucesos lejanos: es la dinastia
politico-religiosa de los :N'ina, quienes conservan el
derecho de celebrar la gran solemnidad de la con–
version realizada por San Nicolis de Bari, auxi–
liado milagrosamente por el Nino Jesus en un mo–
menta supremo. Los padres jesuitas dieron forma
liturgica y social al hecho hist6rico, organizando
una cofradia de indigenas devotos al milagroso
ap6stol
y
a su divino protector. Eligieron el mis
respetable de los indios convertidos,
y
lo cubrieron
con la investidura regia de los Incas; dieronle el
gobierno inmediato de todas
las
tribus sometidas
y
el
caracter de gran sacerdote de la instituci6n, 'como
un trasunto del qae revestia el emperador del Cuz–
co. Los caciques obtuvieron
el
nombre
y
oficio de
alfereces,
o caballeros de la improvisada orden, es–
pecie de guardia montada que obedece idealmente
al Patriarca conquistador.
Doce ancianos llamados
cofrades,
forman el Con–
sejo de aquella majestad extrafia, como el Colegio
de Ios Sacerdotes, que asistia a los reyes
d~l
Peru.
Viene en seguida la clase popular de los
allis,
u
hombres buenos, que son los que, reconociendo la
dignidad real del Inca, y adictos a la f estividad
del Santo, dedicanse al culto y a la devoci6n del
Nifio Dios, erigido, segun la tradici6n, en "Alcalde
del mundo". Se le llama el
Nino
Alcalde,
y
San
Nicolis es su lugarteniente en la tieFra.
Cuentan los ai:-chivos orates de aquella curiosa
monarquia, que Ios caciques f ueron convertidos por
San Nicolis en sus peregrinaciones por los cerros
del Oeste,
y
que, sublevadas las masas de indios por
no consentir en aquel sometimiento de los jefes,
hubo de producirse tremenda catastrofe, cuando em-