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JOAQUIN V. GONZALltZ
festividad legondaria, en la que todos esperan con–
seguir los clones suspirados para sus hogares y ha–
cienda;s, y para alivio de
las
dolencias que no pu–
dieron curar con
la
medicina de ellos conocida, ni
con
el
aux.ilia de brebajes ronsagrados com rezos
y
con signos de una cabalistica extraiia.
En
otra casa
se
prepara
y
se viste al nifio Afcalcle sobre su pe–
destal sin dosel, porque tiene el inmenso,
el
incon–
mensurable del cielo, donde domina como duefio
absoluto.
Alla, en un rancho miserable,
el
Inca descuelga·
cl tambc:>r tradiicional, y c@mienza a dar fuertes gol–
pes llamand@ a su cOrte, -que congrega solo una vez
en el aiio;
y
Uegan a acompaiiarle los cofrades ves–
tidos con
lo
mejor, adMnados
CG)ll
diademas o huin–
chas de las cuales suspemden cintas de colores,
y
Ilevando pemliente
d.elcuello, s0br.e
el
pecho, un
colgajo en donde
han
colocado espejitos de varios–
tamafies, como queriendo significar
q.uepor alli se–
ve el coraz6n.
La
imagen del sant@ se halla expuesta en una sa–
la, d011de el Inca, seguido de su corte pintarrajeada,
como esos coros de operas representacdas por artis–
tas famelicos en un lugarejo de provincia, penetra
por primera vez a presentar el anual homenaje. Los.
cofrades, los allis
y
los promesantes, son los
<IJ.ille–
hacen se!iJ.uito, todos vestidos con trapos de colo–
res, con papeles de esmalte y con piezas de vidrio
que, segfui he deducido, Hevan como reliquias ima–
ginarias. Los alfereces ban ido a formar la guar–
dia de honor al pequefi.o Alcalde, que pasa sus vis–
p("ras en la Iglesia Matriz. El dfa siguionte,
el
pri–
mero del afio, es
el
de las grandes emociones ;
ef
gent.locomienza a agolparse en
el
atrio del temple>