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JOAQUIN V. GONZALEZ
ejerci6 en ese pedazo de nuestro territorio la con–
quista religiosa.
Resto curiosisimo, reliquia viviente de aquellos
tiempos nebulosos, se conserva una fiesta popular
semibarbara, pero conmovedora a la vez, que con
sincubr entusiasmo celebrase el primer dia del afio.
Es la rememoraci6n tradicional del suceso que mas·
interes6
el
espfritu infantil de los nativos, la con–
version de las tribus que disputaban a las armas
espaiiolas el clominio del valle, donde habian levan–
tado
la
primera muralla de la futura ciudad de To–
dos los Santos de la Nueva Rioja, siempre tras el
general venia el sacerdote, tras de la espada la
cruz, tras del estruendo de los combates el ru–
mor suave de la palabra del misionero, que trueca
en d6cil clavo al guerrero de piel desnuda y de ins–
tintos indomables.
Las expediciones militares de los generales Ra–
miro de Velazco y Luis de Cabrera, fundaron los
muros de una ciudad; pero solo el auxilio de la
predicaci6n despej6 los peligros que mantuvieron en
perpetua agitaci6n a sus moradores, reduciendo a la
obediencia a los bravos diaguitas que los combatian
desde la llanura,
y
a los feroces calchaquies que los
aterraban desde las montafias.
d
Quien y c6mo obr6 el prodigio de la conversion
en masa de esas puebladas n6mades, cuyas artes
guerreras tenian tantos recursos de destrucci6n 7
Alli estin todavia palpitantes los recuerdos en
la
memo1·ia de los ancianos que colora con relatos pin–
torescos
y
con fiestas Ilenas de animaci6n, las des–
carnadas paginas de las historias doctas de los
Lo-
, zano
y
los Guevara.
-
'Existe en la ciudad una instituci6n que recuerda