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ERNESTO M ORALES
en mundos que no eran el terrenal, es su conse–
cuencia (I) •
Asegura el cronista Bernabe Cobo en su
Histo–
ria del Nuevo Mundo
que "algunos creian que,
salida el alma del cuerpo, si habia vivido bien, se
bacia estrella,
y
que de alli procedian todas las
del cielo,
y
que alli gozaban la gloria. Y si la
vida babia sido mala, iba a cierto lugar donde
tenia pena perpetua;
la
cual donde
y
como se la
daban tambifo discrepaban,
y
cada uno fingia lo
que queria; porque no tenian en esto cosa fija ni
asentada ni obligatoria, sino que, como gente sin
lumbre, andaban vacilando e inventando cada dia
cosas nuevas, conforme a la flaqueza bumana".
Estas palabras del cronista espafiol no son justas,
como no es veraz su afirmacion de que creia que al
infierno iban los malos, condenados a perpetui–
dad. Esta concepcion catolica del infierno no fue
la
que tuvieron los incas de su
Hucu Pacha.
El
mismo cronista se desmiente al dedr a renglon
seguido: "Otros tenian que las animas que salian
de los cuerpos de unas partes, venian a nacer en
otras". . . (2).
( 1) "La inmortalidad del alma ninguno la duda de
cuantos infieles
y
b;hbaros he hallado, antes todos responden
quel alma no se acaba con el cuerpo ni muere; pero no sa–
ben decir a d6nde va salida de!".
Relaciones Geogrtificas de lndias.
Torno II. Carta de! P.
Alonso de Barzana, fechada en la Asuncion de! Paraguay,
el 8 de septiembre de 1594.
( 2) Libro decimotercio, cap. III.