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«El chnrqni

(P,;~osopis

f

erox)

pertenece a l a cae–

sa1piniáceas. No llega, en la alta meseta., más que a

2 ó 3 metros de altura,

y

es

muy

raro encontrarlo...

En la llanura abierta, estas dos es1 e'cies faltan com–

pleta.mente. Las planicies presentan una vegetación.

de

gra~fneas

duras

y

silícicas, mezcladas con otras

yerbas bajas y sobrepasadas aquí y allá por arbus–

tos espesos y obscuros, de cerca de

1

metro de altor.

No puede imaginarse nada más monótono que esta

vegetación, cuyos tonos sombríos se confunden con

el gris y el amarillo sucio del suelo. Las plantas pa–

recen defenderse de la violencia de las tempestades

envol iéndoRe en sus ramas de exiguo follaje ne–

g1uzco.

«Sin embargo, se nota alguna diferencia entre la

vegetación de la tierra firme, de la arena movediza,

de

01

il1as ele las salinas y de los rincon s anegadizos

a causa de la presencia del agua que brota de la

, tierra.

« Sobre .el suelo firme, como veget.aeión baja, hay

sobre todo gramíneas

y

leguminosas; pero siempre

diseminadas, sin formar nnnca césped... Entre las

yerbas hay cácteas bajas, espinosas, acostadas en

tierra... Sobre esta veget.ación se elevan, desparra–

madas, las to(¡ as, esos arbustos negruzcos ele q1ie

hemos hablado. Los tallos de las tolas, cuyo grosor

no pasa de 4 ó 5 centímetros, son el único combus–

tible de los habitantes de la Puna. La palabra '11ola'

no significa una cierta especie de arbusto; ella se

aplica a casi todos los que sirven de combustible.