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de polvo que oscurecen por completo el horizonte,

y derribando cuanto encuentra a su pa,so ; la a tmós–

fera parece arrojar llamas, a semejanza de las ema–

naciones de un horno, y el calor se refleja con más

intensida.d en la región del aire por el reverbero

producido por

la

arena con el contacto' de

los

rayos

solares. Es un calor que abrasa mientras el hnracán

ruge con terrible

estrép~to

y furia.

« :(Jas lluvias son

escas~l,s.

Los cordones de monta–

ñas del oriente y del occidente son generalmente

obstác.ulos infranqueables por su elevación para los

_vientos alisios del océa:q_o que los produce.

«Es digno de contemplar, en el verano, el fenóme–

no que producen estos vientos cuando vienen del

Atlántico. Mientras en la región calchaquina se go–

za de una tarde tranquila y de una noche plácida,

se oye al otro lado de la

monta.ña

oriental) en las

hondas quebradas que llevan torrentes de agua pro–

ducidos por la tempestad, el fragor del trueno que,

como 'un vivo cañoneo, se prolonga durante · largas

horas; la vista se entretiene con las líneas espirales

de luz de las corrientes eléctricas que bordan el es–

pacio, conio las ramificaciones de luz; e:q_ los fuegos

inventados por la pirotecnia.

«Sin embargo de la sequedad del suel.o, donde cae

una gota de agua, la vegetación aparece rápidamen–

·te, por el humus que 0ncerrado en las grietas y aber–

turas de las rocas y

~arrastrado

por las corrientes de

las a.guas, se deposita sobre las sábanas de arena

que lo cubren. Las lluvias, cuando son tempranas,

.

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