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noche, uno se despierta con una extraña s.ensación

de opresión,

y

el simple esfuerzo necesario para dar–

se vuelta en el lecho suprime el aliento.

« l1as grandes lluvias no caen más que en los meses

de diciembre, enero y febrero; son, casi sin excep–

ción, tefupestades violentas de poca duración, con

truenos

y

rayos.

«La atmósfera es seca; la momificación rápida y

completa de los cadáveres de hombres y animales es

nna prueba. Las uñas se quiebran, los labios se a.grie–

tan, los cabe11os pierden su flexibilidad; las botas,

las correas

y

los 'a.peros' se resecan y resquebrajan,

si no se engrasan a menudo.

«Los vientos son muy violentos en la Puna. Los pe–

queños ciclones son allí frecuentes. El viento trans–

porta la arena de una parte para otra y forma 'du–

pas' que cambian continuamente de lugar.

«_El

air~

está cargado de electricidad. Cuando se

fr<;>ta, aunque sea li geí"amente los vestidos, o bien el

pelo de una mula, se siente en seguida el contacto

eléctrico. De noche, las telas o los pelos frotados

producen una luz fosforescente muy intensa»

(op.

y

t.

cit.).

5.

Impresión.

-

«La impresión que la Puna pro–

duce en el viajero - termina Eric Boman - es de

tal modo extraña, que no parece real. Se siente uno

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