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su maese de e.ampo e quitandoles las armas y roban–

doles y llevando consigo toda la dicha jente, con sa–

litre asufre y arcabuces y otras cosas para la guerra

ynvianclo el dicho juan de §anta cruz con el dicho

miguel de ardiles e ·niculas carriso a pie y en sendos

mancarrones ...

»

(Núñez de Prado,

op.,

pág.

72).

Fué, pues) un despojo en toda regla, un -:.saqueo

también y una burla. Esto da, por fin, una

m~rnstra

d~l

espíritu audaz y sin escrúpulos de los Villagra–

nes. ¡Pobre Núñez de Prado, pero más todavía sus

cuitados tenientes, abandonados en Bolivia, mal–

·diºiendo o llorando su suerte, junto a sus

,mancarro–

nes!

- Lo que éstos hubieron de sufrir hasta reunirse

con Núñez de Prado es indecible: basta notar el he–

cho de que dos o tres meses 'después estaban ca–

yendo a la ciudad del ·Barco, que recién acababa de

fundarse; llegaban a pié y hechos ulios mendigos ...

7.

Martín de Rentería.

-

Una vez fundada la ciú- _

-

\

dad del Barco, Núñez de Prado hizo designar sus

autoridades y constituirse su cabildo', cuyo primer

·alcalde resultó don Martín de. Rentería. Luego, por"

mandato de Prado, con una partida de 25 a 30 hom–

bres hizo Rentería una entrada _por la

tierra~

en son

de exploración y de conquista. I..1evantó cruces de·

madera en todos los pueblos indígenas sometidos,

_por donde pasó, com.o toma de posesión y signo de

paz, y regresó al cabo de un mes, hacia el 25 de oc–

tubre, a la. ciudad del Barco... (

43).