leN LA TIERRA DE LOS lN 'AS
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muros YeJ ticales que F'e elevan desde el lecho
mismo
del río.
por todos sus lados h:1-sta la altura de casi cien piPS. Soste–
nido por
\Jil
cuerpo consiclerablede hombres dominaba com–
pletamente el paso del valle. El río cone con la. velocidad.
ele una flecha entre estas t erruzcl.S
y
las esca,rpaduras roco–
sas de e11frente, por cuyo borde pasa el camino . estrecho y
que causa
v~rtigo
,por el que transitan obligadameote todos
Jos viajeroR a Ollantaytambo. ·
Desde esté lugar
y
hasta una legua más adelante el va-
11~
Re eRtJ·echa como una ¡;:imple grieta entre montañas
g.ueRe·eleYan a enormes al tu ras con precipicios casi verticalef;i.
-La mente vacila eSfvrzándose en distinguir sus cumbres a–
sérrada.R. Es esta una de laR
poz-ta,da,s
(le los AndeR, obscu–
ras
y
frías, qli1e conducen a ·los llanos del Amazonas, de la&
cuales ha.blan los ant.iguos cronistas con no diFlimulado
te–
mor. El río parer:e negro y siniestro en la penumbra y su
r.uído se f'on vierte en un rugido cavernoso. Las matas de la
retama se ha.cen raras y pequeñas y sus flores pocas
y
me–
dianas. . Enfrent He eleYa etPrnal la cumbre blanea y
lívida de Chic6n. 'a ;rtig ·=t
1
s nuestra s mulas para pasar a .
toda prisa eata sow
~·ía
qJl brtLda
y
respiramos cc::>n satis-)
facción, cuando el valle se nsancha otra
vez
y.
podemos ver
campos soleados en tou t ananza que nos invitan a seguir a-,
delante. Todavía e :cio1rrJs constriñe contra
l~ r1
montañas·,
en cuya base hay una Reri de
andenes
angostos y ruinoso!?,
en tanto q ne en la orilla opuesta del río, constr·ei'íido a su
vez entre sólidos muros art.ificialeR, distiguimos un P.dificio
largo de dos pisos, con torrecillas
y
troneras, adosado con–
tra el cerro
y
domiuando el estrecho camino que pasa entre
él y el río rápido
y
encajonado. ¡;e parece · a los castillos del
Rin o del bajo Rhone más que
a
lo que ya hemos visto
y
pue-
9e ser considerado como un oh,ieto el más sorprendente
y
pintoresco en cualquier parte del mundo.
Un poco más abaje> de
las .mont~ñas
de nuestra derecha,
avanza una alta estribaci6n de roca. desnuda frente a frente
de nosotros que. cruza nuestro camino, rechazando el río a
travfs del valle, el cual se ensancha ahora en playas am..
plias
y
planas como una mesa, en las que v.emos 1\ombres
arando con bueyes. En la.extremidad de esta
barr~ra
de ro–
ea,
y
entre ella
y
el muro contra el cual se estrella
y
arremo~
l-ina el río, hay un estrecho camino . dominacl.o por ]os mu–
ros ciclópeos de otr·a fortaleza; u obra extel'ior, encima de
la cual, encaramada sobre los acantila¡,dos
y
a distintas al–
turas, vemos torres redondas de piedras de varios. .ta-.
maños con troneras e:
¡ue.seabren. er. dire.cci6n del camino
y