EN LA TIERRA DE LOS INC.>.S
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Sierra, pt>ro sn sitnaci6n puede apenas ser superada en be–
lleza, realutda a nuestros ojo::> por la reaparición del arbo–
lado que lweía. tiem¡.¡o que no habíamos \'isto. AdE>más de
los grandes sauces y gig·;-wtescos pisonaes, encontramos
otnts Yariedades comunes de át·holes. Ceutenares de cerezos
sih·estt·es
(1)
bordean los caminos, ya en flor, ya en fruto,
mientt'as que en los jll.rdines cuelgan tentadores l0s duraz–
llO:"..
las nn ranias, las manzanas
y
los limones. Nuestro
hnéHpPd f'Pñor
Umere~.
subpreft>cto de la pt·ovincia, un hom–
bre inteligente
.Y
emprended~Jr, no~
proporcionó mulas pa–
ra nnestra dsita a Ollan t.a.yta mbo
y
una carta de recomen-
. (\ación para el
gobernadnr
de la cíndad fortificada, situada
~ ocl~o
leg-uas
(:,2)
de dil'tanf'ia río abnjo.
El viaje a eRt.e lng;nr es extremada.ment.e variado e inte–
resante, a t1·avés de un paisaje granJioso·
y
pint.orAsco. A
una distancia
dP
tres leguas signieudo un camiuo con · ceJ'–
cos y caRuchn$ de piedra, sombreado de cerezos y mP.loco–
tones, llegamos a un
para.jPen qne una ancha quebrada en–
tre altas montañ 1s se abre a JJt.aestra> dE>rechn.. Esta que–
brada se extie.Jde hasta
1·
r gi6n de la nieV'e tlonde hay nn
glaciar o nna serie d g laciares que parece se reunen de dife–
-rentes direcciones. De esta quebrada emerg:e un río conside-
rable que se divide
Ol'
a:
·os bt·a>zos que corren sobre una
gran masa de
ro~
s , piel ·as
y
cascajo qua 'né qca.rreada
por la quebl'ada rellenando e valle en una PxtenRi6n de va–
rias millaR
Y
avanuwdo c<mtra el río. El corte vertical
practicntlo.por el río forma. nna pared de doscientos pies de
alto pot· lo •nenos de material
compa~to
esculpido en fan–
tásticaR formas encast.illaclns como un coniun to de catedra–
les góticas (3). La bajada de esta escarpa-dura no fué cosa
fácil, pues la-senda era
estt·echa~ pre~ipitosa
y
llena de pie–
dras rodantes, y, nna vez abajo, el ca.mino era igualmente
pQligro~o
entre los af'ant.i\ados y el río.
Más adelante pa¡.;a.clo ef'te campo de escombros. el valle
se ensancha en una especie de pampa cenagosa, en cuyo ex-
(1)Capulíes.
Sobre la flora de la región . del Cuzco, véase las si–
guientes monografías del doctor Fortunato L . Herrera, c¡ltedrático
de Botánica en la Universidad del Cuzco: Botánica Etnológica, Cuz–
co 1919. Contribución a la Flora del Departamentos del Cuzco, 1921;
Chloris Cuzcoensis, 1926.- N. del
T.
,
(2)
La distancia de Urubamba no pasa de cinco leg·uas.
Ya.
he–
mos dicho que hay tren directo clel:•Ouzco.
~
Ollan·taytambo.-N
del
T.
1 :•·
· ·,
r ·
:1
(3)
Es uno de tantos conos de .deyección-
V
éa.sela nota, de la.
pá-
ina. 91.-N de)
'"!'
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1
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