Table of Contents Table of Contents
Previous Page  82 / 168 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 82 / 168 Next Page
Page Background

- 78 --.,

la composición no tiene un mérito fundamental, co–

mo pieza literaria, da interesante materia para

el

estudio histórico de una época. Francisco Solano

murió en Lima en 1610. Si poeta americano evocó

su acción evangelizadora en este romance, debió ser

Juan Sobrino, <lantor de Potosí en los tiempos ca–

ballerescos de Felipe

IV;

o el limeño Don Juan de

Espinosa Medrano, versif<lador pletórico

y

aticis–

ta. Pero tengo mis dudas al respecto. Sobrino, a

fuer de cancionero circunstancial, se dedicó, con

obser.iosa particularidad, a la espinela y no trans–

parentó jamá,9 su versación en materia religiosa.

E'spinosa M'edrano, conocido por el ' ' Lunarejo' ',

que vendimió sus mejeres estrofas a mitad del si–

glo XVI , más dado a la licencia q_ue a

la

devo–

ción, se

orzalDa en r emozar el tirso de Quevedo,

componiendo epig-ramas en gracioso

y

uuntiagudo

decir. Las

sil-V~

que dedicó al vizconde de Por–

tillo, en 16

O

lia lan por todo. Otr;o ingenio de la

época? a/ ericano por

ad~&ptación,

pu.ao

haber sido

el autor de esta poesía: el príncipe de E'squilache,

caballero gentil

y

poeta devotísimo, que conoció de

cerca las virtudes del Solano; que representó en

Lima la potestad de Felipe III

y

pasó a la litera–

tura con muy buenos cantares. Pero Esquilache,

que era B'orja, tenía un canonizado entre los su–

yos, Francisco también, de apelativo;

y

no fuera

justo que olvidando su consanguinidad con el santo

varón, dirigiera el ditirambo a otro F,rancisco, así

fuera el de Asís, el fundador de los mínimos o el

glorioso jesuíta Javier.

De tal consecuencia familiar informa su alaban–

za a San Francisco de BX)rja, en rima grácil

y

que

termina con estos versos a manera de retruécano :