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'"Canción, el alma siente,
Que no te ofrece espíritu valiente;
Más no podrán tacbarte
Aunque eres parte y de Francisco parte".
No debe ser Esquilache el autor del romance que
promuev~
esta exploración, so pena de censurable
infidelidad... ¿Y quién, entonces? Sin el croni–
cón de la época, ni la leyenda popul81r que remue–
van la memoria olvidadiza de los historiadores, es
cosa de extraviarse en la tupida ramazón del huer–
to donde espigaron sus cantares los númenes del
ascetismo español. Yo sigo a tientas el sendero
entre madroños y rosales. De pronto, por entre las
ramas se filtra un hacecillo de luz. Es un soplo de
Lope de Veg que viene a a!lumbra¡r el camino de
la fuente, d
e e a de abrevar
mi
¡;ed. Sin
duda que os ·
ntttre~a
conocer, en forma de verso,
ese rayo de luz. He o:
T
''Sin
~_p_oso
po_r oue estaba
J
osef
<f.e..
a muer-te preso,
Sin padre por que se esconde,
Sin hijo por que está muerto,
eru
Sin luz por que llora el sol,
Sin voz por que muere el Verbo,
Sin alma, ausente la suya,
Sin cuerpo, enterrado el cuerpo,
Sin tierra, que todo es sangre,
Sin aire, que todo es fuego,
Sin fuego, que todo es agua,
Sin agua, que todo es hielo;
Con la mayor soledad
Que humanos pechos se vieron,
Pechos que hubiesen criado
Aunque virginales pechos ... '''
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