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El romance francés, cinco años antes de este en–
cuentro sensacional en las pampas salvajes de San
Clemente, el 1'0 de julio de 1574, había suscrito en
Saint Germain, una nota de sangre
rubrica~
por
los aceros señoriales de IChastaigneraye y de Tar–
nac, y encendida por el flaco corazón de Diana de
Poitiers, ¡reina virtual de Francia por imperio de
belleza y por doble queridazgo real. Toda una cor–
te, con su Elnrique II por señor - su segund'O En–
rique, el conquistador de
M:etz
y Verdún - pre–
senció aquel elegante certamen, desde la atildada
terraza del castillo. Y toda una joyante tradición
)la ennoblecido la página caballeresca a través del
tiempo y bajo el aticismo encantado y sugeridor de
los novelado ·es franceses. Pero, escuchad al tro–
ni~
ocasienal que recogió 1a impresión auténtica
de aq el aristocráitíco
y
singulal' e'¡>isodio,
y
fijad
lue o si prejuicios, el parangón de los dos tor–
neo ·
ee
Llega o a la terraza los dos adversarios:
iíastaigneraye seguido de su padrino y de sus ami–
gos, que sumaban más de quinientos, todos vestidos
con los colores
azul
y encarnado y a cuyo frente
flotaba el estandarte de San Francisco. Por otro
lado de la liza apareció M. de Tarnac, al que acom–
pañaban otros tantos caballeros vistiendo su librea
blanca y negra.
En
el estandarte de Tarnac figu–
raba la imagen de la Virgen Santísima. Cuando el
heraldo de armas dió la voz para que comenzara el
combate, 'Ühastaigneraye, se precipitó, seguro de
ensartarlo como a un pollo, sobre su rival; pero
éste, que conocía el flaco de su enemigo, dió una
vuelta rápida, y decargó un cintarazo a su adver–
sario, a la altura de sus gregüescos; luego con un
segundo revés le cercenó la pantor¡rilla izquierda,
haciendo caer al suelo a Chastaigneraye.''