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PLATA Y BRONOE
vieja costumbres establecidas por el paso remachante de
la tradición?
N
o . A todas luces no. Los protagonista ele esa
sombría tragedia no eran los culpables.
¿Quiénes entonces?
Los ele antes
y
los de ahora, contestaron la historia y
la
.experiencia. Tiranías ele ·antaño y abusos de hoy.
De 9adie es la culpabilidad y la asumimos todos.
Los que ya murieron y los que vendrán, trayendo en
la sangre el prejuicio opresor y despreocupado.
¿Castigo? ... .
¿
Perdó1i? ... .
La muchacha, doblegada por la fatiga de pensar, in–
clinaba la frente hacia la mesa en la penumbra .esperanza–
da de claFiclacl <de su lámpara ele eterna aprendiz de· la Cien–
cia y ele la Vida.
Dos gruesas lágrimas descendieron por sus mejiHas
pálidas.
¿Por Raúl, por Hugo, por los indios, por su vida sin
sostén y sin amparo
y
caudalosa de ideal, empapada ele re–
nunciación?
Por cada uno y por todos.
Y ella, la hereje, •la descreída, la anatemC!tizacla cTeJÓ
en su alucinación que salía al camino, mientras la campana
de la igle3ia lloriqueaba llipocritona llamando a las devo–
tas
para •las preces cuotidianas y estériles .....
- Cr-eyó que erraba por las calles de Torrebaja, alarga–
das en mágica perspectiva y flanqueadas de casas en cu–
yas aceras muchos hombres, hermanos desconocidos
y
ca··
Hados, ambulaban con la vista fija en los cantos de
Ia
sen-
...