FERN.A:\'1)0 CH.AVES
da. sin mirar allá, a la distancia. donde una gran luz ama–
necía.
Celina avanzó. avanzó siempre. Fatigada
y
herida.
Con la proa del alma hacia la luz naciente. Insompe
y
va–
lerosa. Otros bajeles humanos iban tat:nbién hacia €1 fa–
nal, portando su carga estremecida
y
maravillosa de en–
sueño · divino, con velas ele ideal, en desgarramiento per–
petuo al chocar con las calles rectas de 1a gran aldea que
es la humanidad. Los que iban a la luz clamaban justicia
y
claridad para ·Jos del andar resign'ado
y
esdavo.
En el orto brotó un cuerpo. Del cuerpo .una voz dulce
de universales transparencias
y
milenarios ecos ....
En la semiluz contigua se dibujaba una mujer de ro- -
dil'las, medio desnuda
y
soHozante. En la sombra aulla–
ban los chacales de la hipocresía, rabiosamente. mostran–
do los colmillos puntiagudos en los hocicos famélicos.
El Hombre iera Jesús. La mujer. la adúltera bíblica.
El acento sereno decía :
Aquel ele entre vosotros que esté libre ele culpa lance la
prim:era piedra ....
Y las turbas cobardes persisten lapidando en las ti–
nieblas. sordas a la voz de admonición del Hombre de las .
Par
á
bolas, a todo aquel que trata de esclarecerlas .....