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gentinos,
pe
origen diaguita, fueron insinuadas ya por algunos ar–
queólogos (108). La carencia 1de series científi.cament e compiladas de
esta eerámica peruana impidió confirmarlas, del propio modo que
·estorbó la .posibilidad ·de enlace de sus representaciones y el estu–
dio de sus mitos eomunes (109). La exipediieÍón de
.Jia
Universidad de
San Marcos al Callejón, en
1919,
bajo la dirección de Don JU'lio
Tel1lo, despejó es•as -rémoras enriqueciendo al Museo con más de
cuatrocientos vasos, copas, cáintaro&, platillos , etc., hoy cuidado–
samente claiSificados con vista a la ordenación ·de los elementos que
forman el proceso decorativo. Según el Sr. 'Tello, "así las construc–
ciones como los objoetos
en~ontrados
en ellas, corresponden al más
antiguo estrafo .cultural ·de la reJi.gión andina y posihlemente de oodo el
Periú". Sobre ese concepfo fundó una nueva cronología de las culturas
americanas, asi·gnando a Recuay y Chavín una posieión preeminente
poblaciones, Huailas, Cara Yungay, Carhuaz,
Huaraz, Aija y Recuay, dor\de s ha encon–
trado, a veces en enterratorios asi supe fici'ales
(1o8)
Joyce tocó de paso en su obra 'South
American Archeology'I, Londre_2,
191'2,
Pág. 183,
la semejanza de los felinos d
~Recuay
y d os
diaguitas, presentando dps ¡em !arces e a ·
bas alfarerías. Means-.A:insworth, en "A Sur·
vey of ancient Peruvian Art", ya citado, pu–
blicó un vaso de Recuay que reproducimos:
Lám. VI Fig. 7) donde aparece claramente la
cabeza típica de ambos estilos. Agregó el
siguiente comentario: "Vemos una figura dra–
coniana muy característica de ese sitio. Como
lo ÍJ!dica Joyce, es muy semejan'te a un mo–
tivo de vasos Proto-Chimu, y un derivado
elemental (crude) aparece en la Argentina del
noroeste''. Uhle no estudió el punto en sus
cronologías y sin reproducir vaso alguno se
concretó a insinuar una similitud entre la al·
farería draconiana argentina
y
la protonazca.
Los señores Boman y Greslebin, en su aná–
lisis de la alfarería draconiana, discutieron la
analogía señalada por Uhle y dijeron en
·SU
trabajo "La alfarería Draconiana". Bs. As.
1922,
lo siguiente: "Buscando afinidaaes del
·estilo draconiano, las hemos encontrado más
bien en un par de vasos publicados por Ph.
A. Means, el uno procedente de Recuay y
perteneciente .al estilo blanco·rojo-negro, mien–
tras que el otro pertenece a la alfarería negra
de Chimu. El primero ostenta un monstruo
y en otros casos, e cuevas, la al
(arer.íaar·
caica de
ti~o: 'blanco-~oJo-negro",
al que se
ha convenido en denominar "Recuay'•.
p'ntado¡ bastante an'logo al mon,struo draco-
niano .... ..", Terminan estos autores expre·
sando cuan in eresa:11te sería establecer si las
afin~dades
entre la alfa ería de Ri;cuay y la
draconiana son casuales o constantes. Esto es
cuanto hemos encontrado en punto a insinua–
ciones de afinidad entre los dos estilos
i
sos–
pechas. El último Congreso Científico Pan–
americano celebrado en Lima, permitió a los
arqueólogos argentinos conocer la colección
de piezas de Recuay reunidas por la Univer–
sidad de San Marcos. La semejanza del estilo
draconiano con el de Recuay se hizo entonces
muy clara. Así lo declaró el Sr. Greslebin, sin–
téticamente, al fundar su voto en dicho Con–
greso para que los estilos draconiano y santa–
mariano fueran estudiados con los estilos afi–
nes del Perú, y así lo reiteró en la conferen–
cia que dió a su regreso, en Buenos Aires,
sobre el arte prehistórico peruano.
(109)
Existen pequeñas colecciones de esta
cerámica en el Museo Volkerkde de Berlín, en
el Linder Museum de Stuttgart y en la co–
lección particular del Dr. Gaffron, que han
sido estudiadas y parcialmente reproducidas
por Seler en
"Peruan~sche
Altertheiner", Ber–
lín. 18g3 y por Lehman en "Histoire des Beaux–
Arts de l'Ancien Pérou", Parls.
¡925.
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