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de
(103).
La forma simétrica de las caras, los apéndiees cefálicos,
las 1bocas aibi·ertas enseñando las f auces y el carácter general de laa
imágenes, ofrecen parecido en los detalles y en el conjunt o con las ca–
bezas representadas en los vasos de Tiahuanaco (fig. 5 y 7) publica–
dos por Uhle
(104)
y a la v·ez, unas
y
otras lo tienen con las cabezas
·de las telas de Chancay, de i nfluencia tiahuanaquieña
(105)
reproduci–
das al efecto (fig. 9 y 11).
Incluímos, a mayor abundamiento, los grabados de un
t~esto
dia–
guita (fig.
10)
y de un vaso de Tiahuanaco (fig.
6)
cuya comparación,
hecha por Uhle
(106)
motivó la discusión a que antes hemos hecho
·referencia. Parece evident e .que la seméj anza de estilo exi.ste y que el
Señor Boman no estuvo en la razón al negarla.
Sería fácil muiltiplicar Ias pruebas de analogías, comparando en
excavaciones, en fos repertorios iconográficos y en los museos, las
figuras principales, los detalles de ornamentación, guardas, signos
aceesorios, símbolos, pastas y .colores. Desde lueg-o, ese cotejo mim1-
cio:so sob:rep sa o l-ímites .de un · im le examen •e Jui cios y controver–
sia . T
po cier to que habría de precisar el contacto entre las
.artes de 'l'íahuanaco y de lo Diagmtas.
,
rreZaciones de la cu tu1·a de Recwa;y con la cultwra "draconiana"
de los Diaguitas.
Las semejanzas entre los ej.emplares conocidos de la alfarería del
Calilejón de Huailas (107) y -las piezas eústentes .en los museos ar-
(!03)
P ublicadas por él en
R.
U.
B.
A. Tomo
VI . Año 1906.
(104)
" Pachacámac". Plancha V . Fig.
1
y
:z.
{Período epigonal de Tiahuanaco).
(105)
Estas telas funerarias, como la repro·
ducida anteriormente (Lámina I II fig.
10)
per·
tenecen a una colección adquirida por el Señor
Alexander, de L ima, en Chancay, a poco de
haber sido extraídas de un enterratorio.. Wie·
ner ha descrito algunas, pero muy pequeñas,
al punto que solo alcanzarían a cubrir la ca·
ra. Urteaga, más tarde, en " Bocetos Históri·
cos", Lima
1914,
las llamó "invocatorias", con·
siderando que representan al Dios protector de
la tribu destinado a "defender al difunto de
las penas eternas o de las persecuciones de los
malos espíritus. Otros autores interpretan las
figuras como representaciones del oficio riel
difunto.
(1o6)
El tiesto diaguita fué reproducido por el
Sr. hle de la obra del Sr. Carlos Bruch : "Ex·
ploraciones Arqueológicas en las Provincias de
Tucumán y Catamarca'', ya citada. El vaso
de Tiahuanaco fué publicado por él en "Bo–
letín de la Academia Nacional de Historia".
Vol. VII
1923.
Quito.
(107)
Este valle se extiende en un término
de 35 leguas aproximadamente, en el depar·
tamento de Ancash, entre la Cordillera Ne–
gra y la Blanca, en medio de los p:úsajes
más imponentes del P erú. Son sus principales