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una familia de los diaguitas, y con e!!e nombre fueron conocidos en los

primeros tiempos de la conquista española. En efecto, no aparecen

una sola vez en las probamias d'e los · soldados de Rojas o de Nuñez

de Prado, donde se leen refereneia·s a juríesi, diaguitas, comechin–

gones y lules. Ocurre otro tanto en las cartas de autoridades de Lima

y Ohi1e. La palaibra "Calchaqui" se inaugura en una carta de Aguirre,

de

1556,

y luego es repetida eon frecuencia en comunicacione!! de la

recien instalada Audiencia de Charcas, por

1562

y años siguientes,

cuando se levantaron estos indígenas al presenciar las querellas de

Castañeda con Pérez de Zurita y al ser ofendidos por soldados del

primero. Destruyeron los pueblos ·de Cañete, Londres y Córdoba,

mat ando hombres, mujeres y niños, y desde entonces los diaguitas,

así los del Norte como los del Sur, hicieron desesperada guerra a

los blancos. Quienes más se destacaron fueron los clanes que man–

daiba don Juan Calchaqui, por su estrategia astuta y su ardo·r indo–

malble. De allí ·que por abreviar se .Uamas·en a sus !hombres: 1os cal–

chaquies. No obst ant e, en las cartas de la Audiencia de Charcaa y de

los Gobernadores del Tucumán al Rey, se lee de continuo e1 distingo

eX'presado:

"los d'a,gu· as

a

J ua Calch:aqui",

"los calchaquies,

t ribu de diaguitas", et c. Lo

documentos que hemos de citar, al

analizar la encarnizada lucha de ellos con los blanco , que duró en

EU

faz aguda desde la época de Juan Pérez de Zurita hasta el gobier–

no de Ramírez de Velasco, es decir cincuenta años aproximadamen–

t e (40), confirman la exaetitud de la observación del señor Boman,

que no conoció esos testimonios. Y demuestra que estaba en la razón

cuando protestaba contra el error del Padre Lozano que cTeó en la

más de noventa hombres contra los indios de

1

Humabuaca, Chicoana, Casabindo, en

1588-1589,

que terminó con la limpieza · de los va:lles de

Calchaqui y la prisión del hijo del difunto ca·

cique. Refi riéndose a

la extensión del valle,

decía que tenía

35

leguas de largo. (Papeles de

Gobernadores del Tucumán, Tomo l., páginas

~8

(40)

Los

señores Lafone-Quevedo y Quiro·

ga atribuyeron a la resistencia de los Calcha·

quies .contra los españoles la duración de nn

siglo y sostuvieron que la conquista sólo ter·

mi nó por

i650,

después de haber sido aplasta–

da por Mercado de Villacorta la sublevación

de ese año. En realidad fué Ramirez de Ve·

lasco quien les sometió defi nitivamente pos

i;SB·

y

263.

Escribía el Padre Barzana, en

1594,

en su car·

ta ya citada: "el valle de Calchaqui que por

ser valiente un indio llamado Calchaqui vino

a dar nombre a aquel va·lle de treinta leguas

que .corre de norte a sur.

(R

G. 1 Tomo II.

página LV.)

1589

co nsu victoria sobre el hijo de Calchaqui.

Las ciudades de La Rioja, Madrid y Jujuy, fun·

dadas en

1591, 1592

y

1593,

acabaron por opo·

nerles una muralla estratégica que no pudic·

ron ya trasponer. Con el siglo XVI termina el

período conquista y comienza la colonia. Suble–

vaciones aisladas no alteran el carácter de una

época histórica.