Table of Contents Table of Contents
Previous Page  36 / 114 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 36 / 114 Next Page
Page Background

-27-

Chile, codicioso de sus riquezas de oro y plata. Llegaron a los valles

de Copiapó y el Guaseo, primero de Chile, cuyos naturales viendo el

gran poder de Guasear Inga no procuraron hacerle resistencia hasta

probar primero el uso de sus costumbres".

IDl general vencedor quiso imponer a los chilenos obediencia

al Inca y la adoración del sol, así como un tributo de oro para Guás–

car pero se rebelaron, cayeron sobre los peruanos y los <lerro.taron.

Irritado Guáscar envió un nuevo ejército

a

ca·rgo de un primo suyo,

y aquí se lee lo siguiente: "Partió el Inga, primo de Guasear para

,Chile con este nuevo ejército por las provincias de Tupiza, Tucumán

y Diaguitas, que c·aen de

fa

parte de los montes altos de la cordillera

nevada de los Andes a la banda del norte y aunque por este camino

era fuerza rodear más de trescientas leguas, le pareció de más co–

modidad por ser estas probincias bastecidas y pobladas para poder

sustentar tan poder-0so ejército" ..... .

.Cuando por esas regiones levantaba el Inca construcciones er–

manentes y hacía pasar su ran ejército, de í contiar por segura

la .s umisión del Tucl!l án. No e 'sten indicios de · ue la incorporación

de los primitivos argentinos f uera aibsoluta. Al contrario la impi-e–

sión general ·de historfadores arqueólo:gos es que }a obra realizada

fu.é antes que c-0lonizadoi.;a, políti a y miii . La eonqui ta era calcu–

!Jada !PO.r prevision, pero no por necesidad, :pue sobraban territo–

rios incaicos peruanos pro.píamente tdichos, para sus habitantes, así

como -sub'Venían ampliamente sus cE>soohas a las necesidad·es del im–

perio. Los Incas construyeron grandes fuertes en los valles a orillas de

los ríos por estrategia, admira·bles construcciones 1que hoy iaún sor–

prenden, pero las tbastaba guarnecerlos de soldados, iproveerlos de

alimentos para casos de resistencia, sin intimar intensamente con

las naciones indígenas, como lo harían sin duda los amautas, maestros

de costumbres, idiomas y religión que .ellos solían mandar a los pue–

blos dominados.

Parecería lógico que conociendo Ambrosetti eeta serie de prue–

ba

históri~as,

hubiese admitido la realidad de la influencia in–

cai ca en el Tucumán. Sin embargo, n i la argument ación de arqueólo–

go , ·basada. en las observaciones reali zadas por ellos en el terreno,

' <m algunos de e to antecedentes que acabamos de anali zar cuida–

do amente, logró que él ol viese de su primitivo juicio. Sólo lo modi-