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LA ESFINGE INDIANA
de .Gízeh, síempre ínferíores a un cuarto de grado, y, dos veces sobre
tres, de pocos mínutos, lo que habla en fav:or de los mencíonados geó–
metras. (lámína 111).
A un terreno muy dístínto nos llevaría la díscusíón de la segunda
autorídad que cíta Posnansky, al hablarnos del método con el cual algu–
nos Autores creen haber
estable~ído
la antígüedad absoluta de los mo–
numentos de píedra de Bretaña, medíante observaciones solares y cálcu–
los análogos al que emplea nuestro Autor respecto al Kalasasaya. D i–
chos cálculos se basan sobre la opíníón, expresada ya hace _tíempo por el
popular escrítor Enríque de Cleuzíou, F. Gaillard y otros, de que
la
regularídad geométríca de los conocidos alineamíentos
(alignment, sto–
nehenge)
constituye la prueba de que fueron construídos con fines
esencialmente astronómícos. Las piedras enormes de tales monumentos,
(a los que corresponde con toda propiedad la denomínación arqueológica
de "megalíticos") las cuales se hallan díspuestas con precísíón tan sorpren–
devte que el pueblo ve en ellas formacíones militares, y, con tinúa llamán–
dolas;
po~
antigua tradición, los "Souldaret San Cornély" , habrían sído
puestos en tal orden con
el
fin de construir un verdadero
almanaque
pétr:eo.
IDu C\euziou estaba convencído de que, p0niéndose en un sítío
determínado de cada Hílera de piedras, los Neolíticos hadan mira en la
sumidad de un
m enhir,
o piedra gígante, dispuesta op01Jtunamente en
cada gru o, y veían sah r en esa dírección el sol, en ciertas épocas del
año.
El Cap)_rán
PI.•.
Devoir, puntualizando esta ínterpretación, ha creí–
do pode¡¡ afirmar que los
alignments
de Menee y Kerlescan síguen la
dirección de la línea equinoccial, los de Kermarío y Petít Menee res–
pectivamente las líneas del solstícío de verano y de invíerno. Más cu–
rioso es el comportamíento de las hileras pétreas de Saínte Barbe y Qui–
beron, que corresponden a la salida del sol en una época del año que
está a medío camino entre el equinoccio y el solsticío ; estos alineamien–
tos servirían "generalmente" para indicar las fechas: Noviembre 8, Fe–
brero 4, Mayo 6 y Agosto 8. Naturalmente, M. Devoir no deja inex–
plicadas dichas coincidencias: "En los primeros .días de Noviembre cae
el tiempo de la siembra, la que brotará en Febrero; la cosecha comienza
en Mayo, y termina en los primeros días de Agosto. De tal modo este
calendario neolítico regulaba el trabajo de los campos, y nosotros sabe–
mos que esos invasores asiáticos eran agricultores". (XXXIII. p. 69) .
No es este
~l
momento de poner en relieve el aspecto artificioso que
presentan tales explicaciones, por la desproporción entre el trabajo que
costara levantar los bloques de Bretaña y la relativa inexactitud y vague–
dad del pretendido "indicador agrícola", que índíca mucho menos de
lo que píensan los creadores de teorías. Para nosotros es igualmente pro-