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ALBORES EN EL LABERINTO
respectivo entrotierra; pero, entre
uno y otro ciclo, siguiendo una
conducta de estricta cautela, yo no
me atrevo a postular un vínculo
genético. Sin embargo, ¡qué ma–
ravillosa identidad, en la disposi–
ción de los dientes,
la
prominen–
cia de
los caninos, el diastema
dentario, .la forma y actitud de
la
lengua!
(Ver
láminas XIV y
XV y figuras 58 a 61 y 70 a 74) ..
En cambio, no hay posibilidad
de invocar la convergencia respec–
to a una serie de formas concretas,
ya
~ea
estéticas como de utílídad
práctica, las cuales ponen a Amé–
rica en estricta relación con el Pa–
cífico.
En este grupo de concordancias
dominan tres elementos importan–
tes:
l.
0
la existencia de una se–
rie de hallazgos, ininterrumpidos,
puestos en cadena; 2.
0
la contem–
p'oraneidad; 3.
º
la concomitancia
de tan numerosos trasplantes que
llegan a formar casi enteramente
el contenido de la cultura mate–
rial
y
moral del continente ame–
ricano.
En tema de creaciones artísti–
cas, todos conocen las dificultades
en que han tropezado los que bus–
caran el origen de aquella decora–
ción peruana, extraordinariamen-
FIGS. 83 A 88
Variaciones :i.mcrio:inas de un
tema occ:ioico, del
cual
la
fig.
88 ofrece un ejemplo elegido entre
los más nítidos
(el alma del difunto tr:isporc:tda
por aves funcrari;i.s,
:t
menudo por el
dl:io)
·
FIGS.
83, Trujillo -
84, Tiabu;rn::aco
-
85,
Pachacamac -
86, P:icbacanuc -
8 7,
lsl:as de
fa
Reina Culata
(C2nadi)
-
88, Ncw Mcck-
lcmburgo
(Arcbip. Bismarck) .