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ALBORES EN EL LABERINTO

ractenstlcas cabezas en miniatura, ·verdaderos exponentes del 3:1'te taxí–

dérmíco de los indios Jíbaros, que presentemente son objeto- dé comercio

en los lugares frecuentados por viajeros y coleccionistas oficiales. Es

notorio que existe una e-specíe de tarifa (alrededor de cincuenta libras)

por 'cada cabecita de hombre o mujer indígena, y 'sí sé trata de una

cabe.za

de europeo 'los intermediarios piden precios más subidos (lá–

mina XV:III). ·

Se, desprende de esta reseña, aunque incompleta, que armas, instru–

mentos, costumbres,'

té~nícas

y prácticas peculiares de los· puebÍÓs indí–

genas de ·_América éstán en concordancia con el oéeáníco,_ y, más estric–

tamente, con los que habitan el área

malayo-melanesía-políne~ia.

Esta

concordancia - no estriba en analogías aisladas, sinó comprenae

todos

los aspectos de la. vida material y moral. Su íni:portancía,

adem~s,

no es

tan solo definida por lá relación de espacio, sino también - y esvo no

ha sido puesto en luz por los competentes investigadores que se han

ocupado del asunto - por

la

relación de contemporaneid-ad, en el

tiempo.

A tales fa¡¡t ores se debe una de las más substanciales conclusiones

de

la

etnogra

fa

comparada, e1' los últimos lustros:

- 1~

definición de la

unidad analítica y general del patrimonio etnq,gráfíco americano-oceá–

nico.

Las

ranjas o

gui1maldr.is

consecqtivas,

más o menos paralelas una a otra, se presentan como tantas cadenas de

trasmisión entre las costas ele Australia e Indonesj,a .por una parte, y las

costas occidentales de América, por

la

otra.

El grande Océano, comportándose, según la

b~lla

ex-presión

d~

los

antropogeógrafos, como sí fuese un verdadero contíqente, lejos· de aislar,

ha cumplido una función unificadora extraordinariamente eficaz.

· A buen derecho Bastían, después de atravesar el Pacífico hasta

América con ojos de etnólogo y sentimiento de poeta, declara haber sen-

,

1 '

tído,. transportados por los vientos de una a .otra tíetra, ·los efluvios de

una misma y única flora$=ÍÓn de invenciones humanas.

La· misma · identidad íntertontinental reconoce .Ratzel, y su opinión

reviste tani:a mayor .importan'cía, cuanto más ·precisa y definida es la

expre;íó'r;, ' de este gran · enemigo · del ·"estilo profét?íco';. -

En . realidad, si queremos indicar con una fórmula sintética todos

los hechos que hemos observado en nuestro estudio, no sabremos encon–

trar otra más gráfica que la de Ratzel. "Nosotros - dice -

acostum-