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ALBORES EN EL LABERINTO
Otras considerables dependencias hemos analizado en la estatua–
ria, el bajorrelieve y otras formas de arte (Apéndice 5).
Pasando al instrumental de aquellos pueblos de América que han
permanecido fieles a su estado primitivo, encontramos al Apureño en
posesión de una cerbatana idéntica a la de los cazadores de la Nueva
Guinea. Como esto fuera explicado por PESCHEL (VI,
T.
iii; p. 699)
como efecto de invención convergente, RATZEL observa, muy aguda–
mente, que la analogía no se limita a la idea elemental, pues el Caribe
emplea flechas, proyectiles y carcaj del todo idénticos a los instrumen–
tos similares de un cazador Daiaco, por tal modo que el armamento
Daiaco y el Caribe coinciden de una manera completa y sorprendente.
(Fig.
90
y
91).
Ya hemos notado como se comportan, respecto al
bumerang,
Amé–
rica y Oceanía, y así también respecto al propulsor, deformación cranea–
na, arco de segundo grado y flechas envenenadas; ambos
territorio~
etnográficos actúan como sede conservativa de dichos elementos, todos
ya extinguidos en Europa desde tiempo inmemorial, y la mayor parte
ausentes del área africana.
do una vastisima bibliografía etnográfica, en
especial modo los d fos éle fecpa r:eciente, logra formar una lista, sor–
prendente por su impor_ ancia, de los eleme,ntos austr:alianos, malayos y
melanesios, qu s encuentran generalizados en América (XI). Com–
prende esta
(~sta
a hamaca los puentes suspendidos, el FOmpecabezas en
forma de estrella, el tambor Cle troncos excavados, la madera zumbante,
el
churinga,
una clava peculiar del Pacífico que sirve para machacar las
cortezas textiles, la costumbre de incrustar minerales en los dientes inci–
sivos, para adorno; habitaciones arborícolas, máscaras de danza, terra–
FIG. 92
Cabeza prtpauda por los isleños de las
Marquesas.
zas de irrigación
(andenes)
;
señalaciones
mnemónicas constituidas por cuerdas anu–
dadas
(quipu ) ,
trepanación def cráneo;
amputación de falanges en señal de luto.
Añádase a esos la institución político–
religiosa denominada
potlach,
que deter–
mina, tanto en Melanesia como en Amé–
rica, ciertas épocas periódicas de prestacio–
nes integrales, de una tribu en ventaja de
otra, con carácter entre caballeresco y an–
tagonista, cumpliéndose a veces verdaderas
destrucciones de la riqueza colectiva
(XII) .
Está también difundido en las dos
áreas contiguas, oceánica
y
americana