FÓRMULA CONTRA FÓRMULA
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ciales, en el cuadro que nos presenta un grande adversario de la etnogra–
fía psicológica y racial, Federieo- RATZEL
(VI).
Más aún, no hay necesidad, para admitir esa concepción en su valor
práctico, de aceptar con un acto de fe el origen monogenético de la hu–
manidad, pues, según HOERNES
(XIX,
tomo
l.
pág.
481,
nota) hasta
un poligenista situado en el extremo opuesto, es decir, polifilético, debe
aceptar que, en la ép'oca en que devino humana, toda forma estípite
d ebía poseer ya un cierto número de disposiciones similares.
En favor de la tesis, sin hacer hincapié en la veste mono o poli–
genética que se le ha querido conferir, es un qecho importante, como
lo reconoce todo antr.opólogo que haya ahondadc el problema, que la
etnología comparada ha reunido un cierto número de analogías sor–
pr~ndentes
(XIV, XV, XVI
y
XVII).
Después de pasar en reseña las tres fórmulas explicativas de una
concordancia etnológica o artística, es necesario añadir que, sin embargo,
estas consideraciones no son tenidas en la debida cuenta por todo inves–
tigador. La casi totalidad de los- escrºtores obran hoy día como si esos
puntos de vista fuesen divagaciones filosóficas, algo así como una moda
romántica de especul Clones anticuadas.
La causa es, segur mente,
la!
poderosa impulsión q e en (avor de
la geografía fué origina a po la enérgica men1ial"dad de R . TZBL, quien
abatió rudamente toda otra tendencia direct!i a en el campo de
Ja
etno–
logía.
Con la obra de R atzel empiez la lucha oe tendendas.
Había sostenido BASTIAN, según la síntesis de von DEN STEINEN,
que
" podrá hablars.e áe bienes rea(mente alófilos, inmigrados, tan solo
después de haber eliminado todos los elementos, que según la unidad
fundamental del género humano, deben
a priori
coincidir"
(VII.
pág. 246).
A
esta opone RATZEL su norma de conducta:
" Nunca débense ad–
mitir, sino en segunda línea, las hipótesis de un origen espontáneo de
productos similares en lugares distanciados"
(VI.
tomo
l.
pág. 57) .
Fórmula contra fórmula.
No
es el caso de querer aquí, en breves líneas, valuar la fuerza
intrínseca o teórica de los
0
dos credos. Diré tan solamente que el lector
moderno está dispuesto a no rechazar totalmente la acusación que hace
R atzel a Bastian, contenida en aquella dura frase:
" pensamiento aprio–
rístico" .
Con la misma honradez el lector moderno está dispuesto a
reconocer, a su vez, que el pensamiento de Ratzel reposa en la triple
idea de que toda invención de pueblos primitivos es la obra de un genio
i ndividual, que aparece en un solo grupo humano; que los grupos entre