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LUCHA DE MÉTODOS
plicaciones de los dos etimologistas que vamos a elegir como ejemplo.
Rudolf FALB pone
Chon-Ti-tsi-Huira-kotscha
(esta es su lectura;
ver XVI, p. 4 52 ) igual a " cataclismo", o, más exactamente, a
"der
periodische
W
eltuntergang durch das Diluvium und die Eiszeit"
(
! ) .
Otro autor, Francisco
DE
BASALDUA, quien explica con facilidad por–
tentosa todo el quechua mediante voces escaldunas (XXXVI, p. 47)
afirma que Huíracocha debe leerse
Bitza-era-ko-echea.
Siguiendo a este
Autor, el dios andino no fué
~tra
cosa que un cierto señor vasco, y todos
los Beíracochea de nuestros días pueden contarlo por antepasado.
No pretendo ocupa"r
la
posición de árbitro entre Quechuistas y
Aymaristas. Aseguran los primeros, como es sabido, que Tíahuanaco,
y l:t civilización peruana en general, son obra de los Quechuas, mientras
los otros afirman que proceden de una cultura muy anterior, cuya len–
gua fué la Aymara, y cuna originaria la provincia colla. En este asunto,
me limito a respetar como suficientes las razones de geografía política
cuya fuerza obra en los dos bandos sostenedores de las opuestas doctri–
nas, ya que es evidente, como lo deja apuntado
MIRROR,
que
"la
gran
mayoría de los Rer.uanos es quec?uista, g la grati mayoría de los boli–
vianos ayma ista',
({<:Xi:X
II ) . Este constituye
el
segundo "dilema de
Tiahuanaco"
Otros dilemas son los siguientes;
1.
0
¿ a ás antigua cul vura del Perú peneti:ó de la costa hacia
la
sierra, o en cam io de 1-a s1e.n:_a descendió hacía el mar?
2.
0
·Pué la cultura artística de Tíahuanaco más antigua o más re–
ciente de las de los valles que terminan en
el
Pacífico?
Además, se ha dicho, a guisa de profecía (XXXVII) , que nunca
tendremos una contestación a la's preguntas más simples que presentan
a la mente los edificios de Tiahuanaco : ¿cuando fueron edificados? ¿qué
pueblo los edificó? ¿de qué clase de edificios se trata?
Puestas sobre esas bases las opiniones respectivamente antitéticas,
y las mismas preguntas o "cuestiones más simples" , es indudable que
se
presentan casi insolubles. Fácilpiente se ve que están en dependencia di–
recta de tendencias, principios y gustos, los. que son cosas muy humanas,
por cierto, pero no constituyen un .bagaje cómoao para la investigación.
A nadie puede prívársele, en este siglo de libertad, de creer más en Be–
tanzos y Cobo que en Ondegardo y Garcilaso. Cada cual es dueño de
suponer la generación espontánea de una cultura elevada, en un lugar
circunscrípto, aunque la periferia no ofrezca términos de evoluciones
progresivas. Identicamente a nadie se le puede vetar la creencia de que toda
barbarie es el resultado de una civilización que se ha corrompido.
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