ANÁLISIS ETNOGRÁFICO
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Es evidente que si no se sale del círculo de las presunciones, no se hará
nunca mucho camino. Por otra parte no hay que exagerar el escepti–
cismo, ni abandonarse al morboso encantamiento que produce
la
oscu–
ridad.
Naturalmente, como observa
CIEZA,
tan sólo la escritura, si la
hubiese, podría ofrecernos pruebas cronológicas directas. Pero muchas
podemos sacar; de manera indirecta, no menos seguras. Así, por ejemplo,
conociendo ciertas imágenes en que la figura del león está representada
con todos sus atributos zoológicos, y otras en que éstos coexisten jun–
to a facciones humanas, y por fin otras en que la antropomorfización
es completa,
y
el carácter felino no persiste sino bajo forma de máscara,
tendremos todo el derecho de establecer que éstas son las más recientes,
a . pesar¡ de que algún fanático del "estilo" como concepción empírica pre–
formada pueda ser llevado a invertir los términos.
La observación. objetiva de los monumen tos asigna, a los hombres
que han esculpido la portada, el uso de la máscara ceremonial zoomorfa,
pintura de la cara con el medio de
i11taderas,
empleo del tejido, del
metal, del adorno de lumas cefálico y dorsal más o menos ampliamente
transformado y e riq c'do con c'ntas
y
d 'scos bri ant s,
el cet,(O de
jerarquía, probab e supe · enda 1
bumera11g.
Las cabezas-trofeos, que
se han llevado anteriormen e co gando del bn¡z;o o en,ci
de báculos,
(así continúan ll vándo as las poblaciones imítrof!es), t n adas en la
forma de represen,taci · es gra a -as ob e etal, cons ' t ye tan simple–
mente una especie d /
ppliqués
ái.spuestos abundamentem t en el ves–
tido de los grand . Organización política sobre la base de las antiguas
convivencias totémicas, que conservan sus emblemas heráldicos, con pre–
dominio de totem_' animales. Sin embargo la vida de clan ha sido reba–
sada, y no es más que una base elemental de orden, una célula sobre
la que se funda el estado. Este se presenta con un carácter definido de
centralización, y está construído, mediante organizaciones poderosas,
sobre
la
tripartición del conjunto nacional. especialmente política
y
ce–
remonial. Los antiguos emblemas que' sobreviven a la decadencia (cívi–
ca, sino religiosa) de las huacas, son los mismos
totem
que predomina–
ban, en tiempos anteriores a la reordenación, en la masa de la población
primitíva : el cóndor, la serpiente y
el
puma. Indudable es la posición
privilegiada del totem felino, convertido visiblemente en símbolo de
la
minoría hegemónica.
Hemos negado, siguiendo a Brinton, los postulados de
MITRE
en
lo que concierne a la retrogradación de los Tiahuanacos y el simbolismo
solar de la portada. Sin embargo no es nuestra intención menospreciar
el esfuerzo de comprensión del gran Argentino, que fué el primer ob-