EL PUMA
En cuanto al nombre, no es mi propó–
sito poner en duda la conclusión a que
h an llegado autores como VILLAR, STÜ–
BEL
Y
UHLE, PATRÓN, TELLO
y
nume–
rosos otros, de que este dios, dominador
del olimpo andino, tuvo por nombre Hui–
racocba.
Mucho trabajo dió este nomb re a los
etimologistas,
y
más la fórmula comple–
t a, con
la
adición de las sílabas
Con
y
Tití
o
Ticsi;
Con-Tfrsi-H uiracocba. No
pensamos enumerar las explicaciones
y
eti–
mologías propuestas para ese nombre, co–
mo para las voces Tiahuanaco
y
Titicaca,
tan directamente conexas, pues esas bellas
invenciones se encuentran en cualquier li–
bro . Un punto solo, en este terren o de
las denominaciones, merece la pena de sel'
señalado, por ser menos co1,1ocido,
y
es la
comprobación de que la orma
Tici
o
ic–
si
fué puesta por GIM NE
de 1 Espada
al editar la obra de BE
NZOS
(XXXIIl),
mientras que
el
manuscrito decía
Tití
(XXIX, p.
5
62,
5
0.
C reyó el editor
madrileño en una equivocación de Betan–
zos, la que MARKHAM
lfama '
a clerical
error"
(XXVII, p. ·
1O3 ) ,
pero reciente–
mente BANDELIER
(XL,
p.
299 )
ha de–
mostrado que se engañaba,
y
hubiese he–
cho mejor en dejar el texto de Betanzos
inalterado.
Tití,
que significa "puma" en
quechua, se encuentra también en " Ti–
ticaca", o "roca del puma"
(XXXII,
XXXIV, XXXV ),
y
este indicio, sobre
una voz que forma parte integrante del
nombre protocolar del dios Huiracocha,
no es, en tanta oscuridad que nos circun–
da, merecedor de dejársele en descuido.
Viceversa, se h a atribuído gran valor
a las más extravagantes cavilaciones, aun–
que ninguna sobrepasa en audacia las ex-
235
F!GS.
59
a
6 1
La figuu 60 muestra.
fa
mis audaz u ti–
lización de
los dientes por
p3ttt
de Jos
artiscas puu:mos
{vtr umbíén
la
figu–
ra
57).
Hace unos años, al esrodi:.lr
los
signos alfabttiformu
en América,
b;,bía
quedado
impresionado por
tu cscilizuióo,
que evidcottmt ntc presenta
algunu
letras
mayúscul;u del alhbcto . He comprob;ido
dupués que se tuca de b
tnsformuión
definitiva de Jos dieores, con Jos dos col·
millos yuxupuutos, que a.turnen b
forma
de un:1
N . Nuestra
fig.
59
ofrece una
prueba
conucta
de
b
trasformación.
y
la
61 d
dibujo naturalista de que aquella
procede . Digno de nou u
que csu úl·
tima
Jleva
el número
justo de
incisivo.s.
mieotras que en
las demás cst:i altendo
el número
y
el orden. como sucede cuan·
do b
utilización ha hecho
olvidar
el
significado primitivo. N ótese, además, en
fa
fig . 61.
ti
diasuma dentario.