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LUCHA DE MÉTODOS
Ahora estamos en condiciones de explicar una contradicción que,
en la vida intelectual de los peruanos, ha formado algo así como un
punto oscuro: a pesar del valor monoteístico de la ontología oficial del
Inca, no tan solamente los templos regionales, sino también el templo
central del Cuzco (XXX, p.
338-3 3
9), encierran un panteón muy
numeroso. La clave del enigma, que no podía escapársele a la penetra–
ción del estadista argentino (XIV, p.
43),
consiste en que, fatalmente,
toda organización política guerrera, toda nación formada mediante la
conquista, tiende necesariamente a convertir sus templos en almacenes
de ídolos y dioses. Tebas, Roma y el Cuzco ofrecen
el
mismo espectácu–
lo, el
sincretismo.
Naturalmente, con la creación de un estado fuerte
y unitario, al caos religioso se ha substituído también una acabada orga–
nización, que suele presentarse, tanto en el cielo y en el templo, como en
el sacerdocio y el santuario, bajo el aspecto de una ordenada y concreta
jerarquía de poderes.
El caso más instructivo es la historia de Pachacamac. Las excava–
ciones de
UHLE
(XXXI) ya pusieron de manifiesto que los templos de
Pacbacamac t1ueron var·
os,
y de antigüedad desigual.
Se encon r ron e ese valle, y entraron en contacto y en lucha, va–
rias corrientes religiosas : una de
fü
costa, otra de a altiplanicie, y final–
mente la del clan im erialista del Cuzco. El hecho obedece a las condi–
erú, cuyos valles, casi paraklos entre sí, y perpen–
diculares a a irecc1on el altiplano, permiten t_an sólo comunicaciones
en los dos límites extremos: por el camino del agua, en la costa, y por las
escarpadas vertientes fluvia es, del lado de la sierra. Propio de los pes–
cadores ribereños es el dios pisciforme,
el
más antiguo, el verdadero autóc–
tono de Pachacamac (XXVII, p .
181, 233, 234);
síguele un culto
montañés, el Jaguar que se había precipitado por el valle para escapar a
la furiosa persecución del Sol, arrojándose al mar en el sitio
~onde
fué
situado el templo (XIX, p. 603). Tercer hecho y definitivo, la sobre–
posición de la heliolatría inca. Este episodio vale la pena de ser referido:
" Pues como los ingas, señores tan principales, señoreasen el reino
y
llegasen a este valle de Pachacama,
y
tuviésen- por costumbre mandar
por toda la tierra que ganaban que se hiciesen templos
y
adoratorios al
sol, viendo
la
grandeza de este templo
y
su grande antigüedad,
y
la
autoridad que tenía con todas las gentes de las comarcas,
y
la mucha
devoción que a él todos mostraban, pareciéndoles que con gran dificul–
tad lo podrían quitar, dicen que trataron con los señores naturales
y
con los ministros de su dios
o
demonio que este templo de Pachacama se
quedase con el autoridad
y
servicio que tenía, con tanto que se hiciese