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LUCHA DE

~TODOS

Se presentan ambos personajes como dos tesmóforos, y esto es el

único carácter sustancial que los asimila. Por todo lo demás, Manco

tiene carne y hueso, mientras Huiracocha es más inconsistente y vapo–

F!G .

58

Etub R:.imondi.

dt Cb:.vín.

roso. Es de pensar que, cuando

uno de los incas victoriosos tuvo

la idea, políticamente muy acer–

tada, de confundir el linaje del

propio clan con la esencia sagra–

da del puma, lo que venía a ta–

mizar con un cierto color zoo–

látrico, y adornar, con atributos

heráldicos muy gratos al pueblo

conquistado,

la

imagen de su

desnuda

Pacarina

celeste,

Inti,

se produjo un complejo juego

de compensaciones,

llevando

la

idealización de Huiracocha su

aureola de gloria al personaje de

Manco, y, viceversa, la historia

de éste. y sus hazañas guerreras

prestando sosten de vida

y

sen–

tido de actualidad a la fantasma

del primero.

No hay como dudar de

la

naturaleza felina del dios, desde

que toda la iconografía que co–

nocemos la pone de manifiesto

(XIX, passim). Los colmillos

salientes no tienen otra

~xplica­

ción. Puede establecerse, además,

una verdadera escala

regresiva

que nos lleva del aspecto huma–

nizado· al más crudamente bes–

tial, como revela el carácter ya

mencionado, de

las manos, re–

presentadas con cinco y, antes,

con cuatro dedos. En ciertos

monumentos cada dedo

tiene

también uñas afiladas, como en

la estela de Chavin (fig. 58).