biblioteca
-naci ·nal
,
Una tard , poco an es del crepúsculo,
sonaron tambores
y
clarines.
El Inka
y
su corte se hallaban ya en lo
alto de Karmenka. La muchedumbre des–
parramada, ascendía las colinas occiden-·
tales rumbo a
la
meseta. Las vestiduras, ri.,
cas en metálícos adornos, brillaban des–
lumbrantes. Las áureas y argentinas lite–
ras del Gran Señor
y
de los pequeiios se–
ñores ofrecían
al Sol
sus pulidas superfi-
.
c1es..
La expedic'i ón
gue~rera voh~ía
por el