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ción. La lluvia jamás refresca esas tierras
áridas
y
quemantes.
-Dime tú, sabio Wallpa, qué inter–
pretación tiene que nuestro padre el Apu
Ausankati .está como teñido de sangre?
-Oh
Inka
!
Tus ejérdtos están fecun-
dando esas tierras de· maldición con
su
propia sangre. Aquellas gentes que vivían
entre la inmensidad de la Gran Laguna
salobre
y
del gran desierto insalubre han
resistido a tus emisarios, fiera, brava4t
mente. Les han hablado en vano nues–
tros sabios y sacerdotes de nuestro Gran
Padre el Sol, benefactor
y
protector de
nuestras vidas
y
cultivos. Ellos lian blas–
femado negando los beneficios del Astro
del
Dí~
que los 'infelices :consideran su
enemigo, pues diariamente les hiere con
sus ígneas flechas, seca sus fuentes
y
sus
arroyos, agosta sus campos...... .
La repentina aparición de varios Chas–
quis interrumpieron a Wallpa, quien se
apresuró a descifrar el quipus.
-·¡Solo señor! Vuestro imperio ha sub–
yugado a las gentes de los llanos. La vicj
toria es completa. Antes de la PURA es–
tarán en la Corte tus soldados y el cura·
ca vencido4
Pronto la nolicia llegó a los últimos ba-.
rrios de la ciudad. Al atardecer, una gran