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Koillur, Koillur-murmuraba
tierna–
mente el joven filósofo-si la muerte me
separa de tí, 1narcharé
contento a Upa-
1narka, porque estoy seguro que tú n1e se–
guirás ....
-Paukar-le había contestado
entre
sollozos la bellísima Ñusta-si tú mueres
an
la guerra, júrame que has de venir
con tus armas
y
vestiduras a
emprender
conmigo el viaje postrero.
Y ambos juraron por el Apu Ausankati,
que brillaba en oriente a los primeros ra–
yos del S,ol
a
ra
és
de la lluvia.
a})ia
sado sei$ lunas
y
los correos
del rey sól
bu nas nuevas traían. En to–
das
e pedición guerrera era re–
cibida con sumiso acatamiento.
A la últin1a luna s-e supo que unas gen–
tes fieras e indon1ables habían resistido.
El Kipus decía que los conquistadores
acababan de sufrir grandes bajas.
Una profunda alarma
recorrió como
ensahno trágico, el barrio de Uskamaita.
Y
Koillur pensó que quizá estaría próximo
su viaje en la dulce compañía de su aman
te;
y
no supo si llorar o alegrarse.
Todas las fiestas del año, en su rota–
ción sol.eµine, habían pa:sado. Otra vez.,
,catorce príncipes de la sangre impera-.
licia. al son de alegres músicas, maneja-